El cine nuevo, en Sevilla, adquiere tintes inesperados. Y el hecho de que, en un mismo día, tuvieran lugar los primeros pases de dos películas tan extrañas e insidiosas como Borrar el historial y Gagarine así lo atestigua. Podrán gustar o no gustar, pero lo cierto es que el gesto de programarlas en la sección oficial es ya, en sí mismo, toda una declaración de principios. Borrar el historial, por ejemplo, es lo último que una cierta crítica conservadora y perezosa esperaría encontrar en un festival de cine europeo: una película francesa que no parece francesa, o que por lo menos no corresponde a la idea que tenemos del cine francés que debería interesarnos. Desenfadada, desprejuiciada, a veces vulgar y en ocasiones incluso soez, parece más heredera de Ben Stiller que de Godard, y diríase que su estilo y su lenguaje tienen más que ver con determinado tipo de comedia gamberra que con la venerable tradición cahierista. ¿Es así? Lo ignoro, pero no hay duda de que su mera presencia en el certamen confunde y desconcierta, entiéndase que para bien.

Y todo por su tono, por la manera en que se dirige a nosotros. Pues la última película de Benoît Delépine y Gustave Kervern, en el fondo, aborda temas de los que se consideran importantes: la dictadura del móvil e internet, por una parte, y el modo de vida contemporáneo, por otra, más pendiente de lo virtual que de lo real. Y lo hace a través de un protagonismo coral descacharrante, de personajes desnortados y perdidos, que creen vivir cuando solo sobreviven. Pero que también resultan cercanos y conmovedores, sobre todo cuando, a medida que avanza el film, sus aventuras se hacen más y más burlescas y extravagantes. Borrar el historial, así, es una película grotesca de la misma manera en que lo pueda ser una cierta tradición literaria precisamente francesa, la que viene de Rabelais y termina en Michel Houellebecq, que no en vano protagoniza un cameo memorable en el film. Y de este modo lo grotesco se hace en ella estilo, incluso puesta en escena. Una cuestión de moral, como siempre.