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The Sea Ahead es una película-estado de ánimo; un film impresionista que, más que los hechos concretos de su trama, busca transmitir el angst de toda una generación de jóvenes de Beirut que después de la ‘revolución libanesa’ y las protestas de 2019 se disgregó (muchos migraron) y desilusionó ante la falta de perspectivas de futuro. The Sea Ahead narra la historia de Jana, una joven que vuelve a Beirut después de haber probado suerte, sin éxito, en París. Allí ha dejado la universidad y un trabajo para volver a casa de sus padres en un estado de parálisis. Ni su familia, ni su expareja -con la que vivirá un intenso reencuentro- entienden que es lo que ha pasado: ¿”Por qué has vuelto?” Le preguntan una vez tras otra. Y lo de menos para Ely Dasher es la respuesta.

El debut en el largo del cineasta libanés expresa la desesperanza, el vacío existencial y el miedo en una ciudad, Beirut, que se presenta como escenario fantasmal, a través de la imagen nocturna y decadente de sus edificios más modernos y lujosos. Después de la Guerra Civil esa parte de la ciudad fue reconstruida y hoy, prácticamente abandonada, ofrece un retrato que rompe con la idea estereotipada de un Beirut bullicioso y caótico. Un escenario que sirve de analogía emocional y reflejo del sentir de una generación que vive en las ruinas del pasado.

La violencia será la experiencia catártica que permita a Jana exorcizar su dolor interno en un desenlace pesimista según el cual el ‘mar por delante’ (del título), como gran símbolo del film, no se abre en forma de horizonte prometedor, sino como futuro cargado de horror.

Jara Yáñez

The Sea Ahead no parece, a priori, una película que ofrezca nada nuevo. La cinta habla de los que emigran y regresan, de la dificultad de encontrar su lugar en el mundo y de asumir su propia identidad. Jana, su protagonista, abandonó Beirut para ir a estudiar a París. Quería romper con su familia, con su novio, con la angustia política y la precariedad en su lugar de origen. En París no encuentra lo que quería y decide regresar con la conciencia de que ha fracasado y de que, en su país, en cualquier momento, puede estallar un tsunami que lo cambie todo. A su regreso, sus padres le reprochan que haya abandonado sus estudios, no le preguntan sobre su experiencia en el extranjero, ni por su soledad. Se reencuentra con su prometido y vuelve a amarlo, sabiendo que todo es efímero, que es difícil sobrevivir en un mundo condenado a la miseria, en la que los seres humanos son parásitos de la propia sociedad. Ely Dagher, ganador en 2015 de la Palma de Oro al mejor cortometraje por Waves 98, resuelve las situaciones a partir de una voluntad poética. La película avanza lentamente, centrándose en las miradas y la conciencia del vacío de su protagonista. Una imagen simbólica se impone mostrando el mar contaminado, lleno de basura con los personajes perdidos entre los escombros. Cuando no es posible vivir, solo queda la posibilidad de sobrevivir.

Àngel Quintana