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En su primera obra, la cineasta y actriz suiza Karin Heberlein propone un fresco adolescente que transcurre en el centro de Europa. Un lugar filmado en Sami, Joe and I casi como una construcción mental de un idílico estado del bienestar que tiene muchas grietas y que no acaba de funcionar de una forma tan acompasada como en algún momento se llegó a pensar o, al menos, como trataron de convencernos de que lo hacía. En este escenario se sitúan las tres jóvenes a las que hace alusión el título: ellas son las protagonistas centrales de este coming of age filmado con sensibilidad y sincera cercanía, que trata de dar voz a una generación que comienza a darse cuenta de que dentro del sistema las cosas no son exactamente como se explican en la escuela. Precisamente ellas acaban de dejar el instituto, han terminado sus estudios y se enfrentan al verano. Se comportan como niñas haciendo travesuras. Pero en realidad son jóvenes compartiendo secretos, riendo juntas, disfrutando de sus primeras salidas y fiestas… En definitiva, empiezan a sentir la vida, a la vez que esquivan el peso del futuro, pero sin eludir los problemas del presente porque están tomando conciencia de que la realidad no es una sucesión de oportunidades, como parecía cuando iban a clase, sino que la verdad tiene muchos más matices y hay sufrimiento más allá de sus hasta ahora cómodas vidas.

La planificación de cuidada vocación estética y la puesta en escena de corte naturalista permiten que el relato de Karin Heberlein se deslice con brío entre el drama (un brutal caso de abusos sexuales, la precariedad laboral o la figura de un padre autoritario) y la contagiosa energía que transmite la adolescencia, el deseo de cambiar las cosas, de luchar para que los sueños se cumplan. Este mensaje que manifiesta el film de Heberlein consigue que se obvie una cierta tendencia hacia los momentos excesivamente subrayados (y la esperada resolución sentimental de las tramas), y que además la película acabe calando por la empatía que llegan a despertar la historia y, sobre todo, sus tres vibrantes protagonistas.