Print Friendly, PDF & Email

Pamfir, que significa piedra, es el apodo que su padre puso a Leonid, el protagonista del debut en el largometraje del ucraniano Dmytro Sukholytkyy-Sobchuk. Pamfir narra la historia de este hombre atrapado en el universo corrupto y mafioso del contrabando en un pueblo de la zona fronteriza (entre Ucrania y Rumanía) de la región de Chernivtsi. Pero la película empieza casi como un film naturalista en el que, el regreso de Leonid a casa después de mucho tiempo y el feliz reencuentro con su mujer y su hijo Nazar, nos introducen en el particular y muy cerrado universo de este lugar en el que lo religioso se diluye con lo pagano y la naturaleza saca el lado más salvaje del hombre. Leonid quiere rehacer su vida después de un pasado que no se narra, pero se sabe ilícito. Lo hace porque sabe que si no le ofrece a su hijo la posibilidad de estudiar, acabará absorbido, como lo estuvo él, por el poder de las mafias.

Pamfir dibuja un mundo feroz, rudo, sucio, violento, húmedo y frío, pero sobre todo muestra un mundo sin alternativa posible de futuro. Y a medida que avanza su trama se van sumando, junto al naturalismo, otros rasgos genéricos que van del western al policiaco, pasando por el misterio, para concluir con un último tramo en el que la tradición del carnaval Malanka (propia de aquella zona) y según la cual los hombres se disfrazan con trajes de paja y máscaras que ellos mismos fabrican, funde realidad con ficción y el film despliega toda la fuerza estética de sus imágenes para desarrollar un drama cuyo trasfondo político, el de la emigración ucraniana a la Unión Europea, resuena hoy de manera estremecedora.

Jara Yáñez