Una de las dos representantes chinas en Un Certain Regard se integra en la nueva ola del thriller de autor que se está haciendo habitual en el certamen (y en las carteleras) en los últimos años. Ambientada en un pueblo junto a un río del sur de China en los años noventa, Only the River Flows recuerda inevitablemente a Memories of Murder, y no solo por ese ambiente lluvioso (como el de esta edición de Cannes, como bien señaló el director en la presentación del film) que empapa toda la historia. La intriga se desarrolla en torno a una serie de misteriosos asesinatos que se suceden en el lugar. El principal sospecho resulta el inocentón del municipio, a quien adoptó la primera de las víctimas cuando se quedó viuda. Cuando empieza la investigación, aparecen una serie de testigos que estuvieron en la primera escena del crimen sin dar aviso a las autoridades. Porque la mayoría de ellos tienen sus propias razones para mantenerse alejados de los representantes de la ley: la pareja que mantiene una relación clandestina, el peluquero que ya fue arrestado por ‘conducta indecente’… Las pesquisas revelan una sociedad reprimida que no se siente liberada, sino todo lo contrario, por la intervención policial.
Al inicio del film, la policía decide trasladar sus oficinas al cine del pueblo, que acaba de cerrar sus puertas porque “la gente ya no va a ver películas”. Este nuevo escenario propicia una doble metáfora, sobre cómo el thriller policial ocupa las pantallas y sobre el poder de expansión de las fuerzas de seguridad. Pero sobre todo proporciona a Wei Shujun una localización insólita para situar las pesquisas, con los agentes discutiendo el caso delante de la antigua pantalla o el protagonista repasando pistas entre los viejos proyectores de 35 mm. El director se esmera en ofrecer una película atmosférica con una cuidada recreación de esa China que, como sus cines, también está en tránsito de desaparecer: la fábrica estatal que da empleo a la mayoría de personajes, los viejos restaurantes, el ping pong como entretenimiento de los polis, las casas semidestartaladas que se agolpan junto al río… Pero Only the River Flows no llega a cuajar en esa perfecta combinación que ofrecía el título referencial de Bong Jong-hoo: no ahonda en los pormenores del estado chino como sistema opresor ni vibra con la tensión propia de los mejores thrillers. Se decanta en su tramo final por otro patrón recurrente en este Cannes 2023, el del protagonista de un policíaco que acaba devorado por ese mal que se había propuesto combatir. Eulàlia Iglesias