Luis Buñuel, Karyn Kusama, Thomas Vinterberg, Willy Hans… Estos son solo algunos de los nombres que resuenan cuando pensamos en la premisa, tan explorada por el cine y no por ello menos eficaz, de una velada entre amigos que acaba desembocando en el caos, sea cual sea la razón de fondo. En One Last Evening, el alemán Lukas Nathrath se suma a esta tradición temática con el retrato de un grupo de amigos y desconocidos que se reúnen en la cena de despedida de Lisa y Clemens, una joven pareja a punto de dejar Hannover para mudarse a la capital. El centro del film es esta pareja, cuyos deseos y penas más profundas se van descubriendo escena tras escena. El resultado es un descenso por los infiernos de una relación desgastada, cuyo fin se ve catapultado por esta velada y por los personajes que se van uniendo a ella uno por uno: desde hermanos y amigos cercanos hasta la vecina de arriba o una completa desconocida. Las tensiones que se van creando entre unos y otros se intensifican a través de la cámara en mano: un recurso que en realidad no trae nada novedoso a la mesa. Y si bien los dos primeros tercios del film mantienen un interés por conocer a los personajes que van entrando en escena, la falta de desarrollo real de muchos de ellos hace que el film desemboque en una arbitrariedad de acciones sin emoción real. Si a esto se le suma una exploración poco profunda sobre asuntos de salud mental, One Last Evening acaba por quedarse corta frente a lo que promete de entrada. Daniela Urzola