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Hiromichi Nakao elige para su primer largometraje dirigir la mirada sobre su propio cine y el oficio de cineasta, aludiendo expresamente a su trabajo anterior (y mostrándolo): el cortometraje The Balloon (Japón, 2017) proyectado también en la sesión espejo del Festival.

Los obake son seres sobrenaturales del folclore japonés que adoptan una forma animal o vegetal, o se presentan disfrazados de humanos. El significado literal del término es ‘cosa que se transforma’, y a menudo se traduce como ‘fantasma’, título internacional de la película. Dos obake con forma de sendas constelaciones estelares interpretan el papel de narradores en el film del japonés Hiromichi Nakao, relatando la vida del director a la manera del ángel de la guarda Clarence de Qué bello es vivir (Frank Capra, 1946) y haciendo gala de un travieso sentido del humor. La película es una argamasa bien integrada de imagen real y animación, con el añadido de unos viejos dibujos animados en blanco y negro. El relato sigue al director en su empeño de rodar y recorre la soledad, el tesón y, en definitiva, el amor del artista por el cine, con el comentario y el subrayado constante de los dos observadores celestes. Al igual que en Dear Werner (Pablo Maqueda, 2020), por citar un ejemplo reciente de reflexión metacinematográfica, Hiromichi Nakao trabaja solo con su cámara. Pero donde aquel filmaba su búsqueda a través de un diario de viaje por la naturaleza salvaje, con un tono solemne, este adopta un estilo más naif, mostrando la trastienda de la concepción de su obra. El director abraza la técnica del DIY, y no solo rueda él solo toda la película, sino que inventa y fabrica los artilugios que necesita para su representación. Un auténtico Méliès.

El juego del paralelismo entre la sala oscura con la pantalla de cine iluminada y el balcón rodado desde la oscuridad del interior de la casa deja claro que la vida es cine. Una bicicleta que se multiplica dentro de la óptica de un caleidoscopio, cuentas de collares convertidas en constelaciones… Una película refrescante con numerosos hallazgos estéticos que exploran la transformación de la narrativa audiovisual en poesía. Obake. Elsa Tébar