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En ‘De caminar sobre el hielo’ el cineasta alemán Werner Herzog relata el viaje a pie que hizo, entre el 23 de noviembre y el 14 de diciembre de 1974, desde Múnich hasta Paris para visitar a su gran amiga Lotte Eisner, gravemente enferma. Si aquella peregrinación del director de Aguirre, la cólera de Dios (1972) convertida en diario fue un acto de amistad hacia una de las personalidades más influyentes para la camada de realizadores que configuró el Nuevo Cine Alemán, Dear Werner (2020) es una suerte de continuación fílmica, una libre adaptación de aquel libro.

Con la filmación de la que quizá sea la única epopeya que el cineasta alemán prefirió dejar por escrito en lugar de capturarla a través de una cámara, Pablo Maqueda trata no tanto de llenar ese vacío como de buscar su lugar dentro del convulso mundo del cine. El director madrileño traslada a las imágenes el libro del viaje ‘herzoguiano’ y así, al tiempo que rinde sentido homenaje a su autor repasando sus hitos filmográficos y asumiendo algunas de sus marcas de estilo, reflexiona sobre su propia vida y sobre cómo el cine (la industria, las herencias, los anhelos) la moldea. En ocasiones, sobre todo en el último tercio, sucede que el trayecto de Maqueda queda sepultado por los pasajes de las obras a las que remite, como si la voz profunda de un Herzog siempre dispuesto a juguetear (ya sea prestando su voz para esta película humilde o actuando en una carísima franquicia como The Mandalorian) devorase cualquiera de las anécdotas que se nos cuentan.