Sendos alumbramientos abren y cierran el segundo largometraje de Jaoine Camborda (Arima, 2020). Entre medias su directora consigue dar forma a un intenso recorrido dramático (el de María, partera y abortista a la vez en un pequeño enclave rural en la Galicia de 1971) que es también, y sobre todo, un itinerario intensamente físico desde el primero hasta el último de los fotogramas de esta hermosa película: el parto que abre el relato, la filmación de los cuerpos, del esfuerzo físico, del aborto que sigue después, el sudor de un intenso y atropellado encuentro sexual en el maizal, los pechos de las mujeres, la lluvia, el agua, la tierra, los pies que la pisan, los ojos que se abren paso entre la naturaleza, el río que sirve de frontera, el ambiente de la taberna, la rugosa fisonomía de sus clientes, el peligro del contrabando nocturno, el trabajo de los temporeros, las vacas que dan leche, pero que también cruzan en manada el cauce fluvial… Todo en las imágenes de O corno ancla sus raíces en una dimensión terrenal, física y corporal que emerge no solo como apuesta decidida en el planteamiento del film, sino también (o eso quiere pensar este cronista, que espera con enorme interés los próximos trabajos de la directora) como seña de identidad de un estilo y de una manera de concebir el cine. Los ciclos de la vida y de la muerte, el secretismo y el miedo propios de la época retratada, los repetidos y resonantes vínculos de solidaridad entre las mujeres, son algunos de los temas que emergen desde el interior de unas imágenes de notable fuerza expresiva, andamio esencial de un relato al que solo le falta mostrar ‘cinematográficamente’ el cambio final de la opción que toma su protagonista, que no se ‘ve’ y que queda convertido, por tanto, en una mera determinación del guion. Esta última, junto con pequeños desajustes intermedios entre algunas secuencias, son las limitaciones más claras de un trabajo que aparece, en cualquier caso y con mucha diferencia, como la mejor película española de la Sección Oficial. Carlos F. Heredero