Si el cine de la posmodernidad, con Steven Spielberg, George Lucas, Quentin Tarantino o David Lynch (por mencionar a algunas de sus figuras más representativas, coincidentes y homogéneos en su gusto por reapropiarse de materiales del pasado, tan heterogéneos en sus influencias) hacían uso del enorme bagaje de las artes populares para reinterpretarlos formal y narrativamente, integrándolas en sus particulares discursos y universo personales, Dalibor Baric en Accidental Luxuriance of the Translucent Watery Rebus, evita el intentar reformular y rediseñar a sus referentes, haciendo uso de todos ellos -desde la comic strip, fragmentos de textos novelados sacados de su contexto original, películas y seriales de serie b, vanguardias varias pertenecientes a los “ismos”, en particular futurismo, surrealismo y expresionismo- introduciendo directamente el material original.
Un material original que es transformado, recalibrado formal y contextualmente, total o parcialmente, a partir de virados de color, transformaciones lisérgicas de la paleta cromática, reformulándolas en el plano, en el corte del montaje, en la sobreimpresión de las imágenes, casi a modo de recortable infantil, yuxtaponiendo las formas y los diferentes medios unos encima de otros. Un collage poliédrico y abstracto, de infinitas lecturas que busca honrar desde Kafka a Tarkoksvy, a Philip K. Dick y Cortazar, a las matineés seriadas de los años 30 y 40 o incluso a otros aglutinadores de influencias modernistas como el escritor y guionista de cómics escocés Grant Morrison, en especial sus dos obras cumbre, Los Invisibles y El asco.
Al igual que estos dos trabajos salidos del noveno arte, lugar particularmente propicio para el collage de formas y estilos, inaugurado por sus dos máximos exponentes, Jack Kirby y Jim Steranko, el trabajo de Dalibor Baric también aglutina en su interior la multiplicidad multigenérica y tonal: desde el noir de serie b al thriller político distópico, de la space opera al space trip kubrickiano o jodorowskiano, para acabar entregando un lienzo de límites inexpugnables, hilado a partir de las voces de unos narradores tan poco objetivos como los antihéroes salidos de las películas nouveau roman de Alain Robbe-Grillet.