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Carlos F. Heredero

Jonas Mekas y Basilio M. Patino, dos creadores que a lo largo de toda su vida han vivido siempre en el presente, protagonizan la rentrée otoñal de Caimán Cuadernos de Cine. Los dos jugaron un papel decisivo en el alumbramiento de la modernidad fílmica: el lituano, en los activistas y contestatarios Estados Unidos de los primeros años sesenta, en el Nueva York efervescente que actúa como partera del New American Cinema; el salmantino, en la desarrollista pero todavía dictatorial España franquista de la misma época, en los albores del inquieto, disidente y renovador Nuevo Cine Español.

Corrían entonces vientos de experimentación, de ruptura y de búsqueda por todas partes. Los Nuevos Cines asaltaban las pantallas (Free Cinema, Nouvelle Vague, Novo Cinema Brasileiro, los brotes equivalentes en el Este de Europa…) y muchos cineastas entonces jóvenes rompían con las servidumbres académicas para explorar nuevos caminos expresivos o ensayísticos, para buscar nuevas formas, para abrir el cine a la complejidad y al pálpito de la vida, para dejarse atravesar por las contradicciones de la realidad.

Patino y Mekas estuvieron allí. Y no solo detrás de las cámaras. Los dos eran entonces –y después lo han seguido siendo siempre– infatigables militantes culturales. El primero, poniendo en marcha la revista Cinema Universitario y jugando un papel activo en las Conversaciones de Salamanca; el segundo, impulsando la revista Film Culture, el manifiesto del New American Cinema Group, la Filmakers Cooperative y los Anthology Film Archives, como cumbres de su ingente activismo fílmico.

Ninguno de los dos se conformó con hacer películas para la industria, ni sintieron jamás la tentación melancólica de refugiarse en el viejo celuloide. Enseguida abrazaron el vídeo, el digital, las instalaciones museísticas. Ambos cogieron sus cámaras y se pusieron a rodar por su cuenta, a solas, en su intimidad o incluso en la clandestinidad (caso de Patino). Mekas tiene ya 94 años y lo sigue haciendo todos los días, viaja con su cámara y nunca deja de grabar. Patino nos ha dejado a los 86, en este último y mortífero verano que nos ha arrebatado igualmente a Jerry Lewis y Jeanne Moreau, cuya memoria nos recuerda que la historia del cine moderno pasa también por los rostros y las películas de ambos.

Tributamos aquí un adiós emocionado y triste a Patino, y conversamos con un Mekas más lúcido y juvenil que nunca (es la segunda entrevista con él que publicamos; véase  Caimán CdC, nº 11/62; diciembre, 2012). Y lo hacemos convencidos de que el cineasta español compartía con entusiasmo aquel deseo que Mekas enunciaba en 1996: “Me gustaría celebrar las pequeñas formas del cine: la forma lírica, el poema, el estudio, el boceto, el retrato, el arabesco y la bagatela, y las pequeñas canciones en 8 mm. En un tiempo en el que todo el mundo quiere tener éxito y vender, yo quiero cantar a aquellos que abrazan el fracaso social y diario para perseguir lo invisible, las cosas personales que no dan dinero ni pan, ni hacen historia contemporánea, historia del arte, ni de ningún otro tipo. Yo abogo por el arte que hacemos los unos para los otros, como amigos”.

Recordar a Patino y hablar con Mekas nos permite seguir aprendiendo y nos vacuna contra tanta falacia hueca, tanta prepotencia industrial y tanto falso prestigio culturalista como circula por ahí. Y de eso se trata precisamente, ¿o no…?