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Carlos F. Heredero

Dos días antes de la llegada al kiosco de esta revista, se ha estrenado en 190 países, vía Netflix, la nueva película de Bong Joon-ho [crítica en Caimán CdC, nº 61/112; junio, 2017], esa entrañable fábula –a medio camino entre la distopía grotesca y el cuento infantil– que se presentó con tanto ruido mediático en el pasado festival de Cannes. Pero sucede que la difusión masiva de Okja en VOD llegó precedida de pases para la prensa en pantalla grande y que el film se ha estrenado también en cines de Inglaterra (donde se presentó incluso cinco días antes de su apertura en Netflix), Estados Unidos y Corea del Sur, a pesar del boicot organizado contra Netflix, en el propio país del director, por parte de una poderosa cadena de salas (CGV) que controla 139 pantallas de las 335 existentes allí.

A lo largo de este verano llegará también a la cartelera española La seducción, de Sofia Coppola [crítica en pág. 18], otro de los títulos más destacados de aquel mismo certamen, donde a la vez se exhibieron –tres días después de su estreno mundial en Showtime– los dos primeros capítulos del nuevo Twin Peaks. Y Cannes, evidentemente, no está solo, y todavía lo estará mucho menos en el más inmediato futuro.

Otras series de televisión, incluidas algunas españolas realizadas por autores de prestigio en el campo del cine, se encaminan ya hacia los festivales nacionales del próximo otoño. Ahí están, entre otras, La peste (Alberto Rodríguez), Vergüenza (Juan Cavestany y A. Fernández Armero), La zona (Jorge Sánchez Cabezudo), Gigantes (Enrique Urbizu y Jorge Dorado; véase reportaje en pág. 6), Carta al padre (Mar Coll) y Félix (Cesc Gay), todas ellas producidas por una plataforma de VOD (Movistar+) que ha entrado de lleno en la producción de ficción televisiva con estándares propios del cine.

A su vez, el Cuaderno Crítico de nuestro número anterior daba cuenta del estreno en Atresplayer TV de El caso Asunta, la miniserie documental dirigida por Elías León Siminiani dentro de un proyecto (Lo que la verdad esconde) para el que actualmente trabaja también Isaki Lacuesta. De manera que ‘los tiempos están cambiando’, que diría Dylan, y lo hacen además a velocidad acelerada, por lo que no resulta temerario presagiar que ya nada será igual, a partir de ahora, en el campo del consumo audiovisual y, mucho menos todavía, en las relaciones entre las diferentes ventanas de exhibición.

Okja está financiada por una plataforma de VOD y La seducción por la industria cinematográfica tradicional, pero las dos son películas con plena conciencia de serlo y, además, son también obras muy personales de sus autores respectivos. ¿Acaso debemos tratarlas –desde la perspectiva de su valoración crítica y estética– de manera diferente porque sus fuentes de financiación sean de distinta naturaleza…? El hecho de que se estrenen solo en VOD, solo en salas, simultáneamente en ambas ventanas o primero en unas y luego en otras con mayor o menor plazo entre ellas, ¿nos debe llevar a verlas desde un prisma crítico diferenciado o específico para cada una…?

Para Caimán Cudadernos de Cine la respuesta en ambos casos es un NO rotundo, pero esto no significa que no seamos conscientes de los cambios vertiginosos que se están produciendo en la circulación y difusión del audiovisual contemporáneo [véase el artículo de Elena Neira en pág. 48]. Como también lo son, claro está, los festivales de cine más despiertos, y de ahí que Cannes haya abierto este año un sendero por el que se adentran ya –y habrá ocasión de verlo muy pronto– los festivales de la rentrée otoñal. A suivre.