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Carlos F. Heredero.

Han pasado ya doce meses. Cahiers du cinéma. España cumple un año de existencia y vuelve a tener delante, igual que le ocurrió a su edición bautismal, el paisaje del cine contemporáneo que el festival de Cannes coloca anualmente sobre el tablero. El diseño de su programación abre la puerta, de nuevo, a todo tipo de análisis y a la reflexión obligada sobre el papel que juega el cine español en medio de esta coyuntura. Pareciera como si la repetición cíclica de los acontecimientos quisiera transmitir una impresión de inmutabilidad que en realidad, lo sabemos bien, es más un espejismo que un hecho constatado. Todo se mueve: incluidos Cannes, el cine español y Cahiers-España, que ha visto crecer a lo largo de sus primeros doce números todas las expectativas levantadas con su aparición y que se adentra en el segundo año de su existencia con nuevos proyectos en marcha y con una creciente actividad en respuesta a la progresiva demanda que nos llega desde todo tipo de instituciones.

La publicación de dos “especiales” (Reescrituras, Christopher Doyle), la preparación de un tercero inminente (Paisajes del cine francés contemporáneo, en junio) y de otros dos para el otoño, la multiplicación de actividades (presentaciones, coloquios, ciclos y colaboraciones varias) corren paralelos al incremento incesante de suscripciones y a la consolidación progresiva de la revista como cabecera de referencia en España para el debate y el análisis del cine mundial. No son ilusiones autoindulgentes: son datos reales implícitos en el feed-back que nos llega desde nuestros lectores, en los comentarios que nos hacen incluso quienes discrepan de nuestras apuestas, en la demanda de colaboraciones que nos llegan periódicamente, en las expectativas que la revista suscita desde el otro lado del Atlántico y en los proyectos que llaman a nuestra puerta.

Nos adentramos así en nuestro segundo año con lógica satisfacción, pero no satisfechos; con las pilas bien cargadas, pero sin rebajar el horizonte autocrítico. Sabemos que aún nos queda mucho por mejorar, que debemos seguir aprendiendo, que debemos cuidar más algunas secciones y avanzar en otras líneas de trabajo, que nos quedan algunas asignaturas pendientes y que se espera mucho de nosotros porque nosotros mismos nos exigimos cada vez más. Como nos advierte Basilio Martín Patino, que nos ha entregado una hermosa propuesta gráfica en sintonía con su nuevo trabajo, es peligroso confundir “la cultura satisfecha” con “la cultura crítica”. Es esta última la que nos convoca y no la primera (a la que somos ajenos), por lo que seguimos empeñados en avanzar.

La celebración de nuestro primer aniversario no nos hace olvidar, por ello, que estamos obligados a seguir reflexionando, en este mismo número, sobre la encrucijada en la que se encuentra el cine español a raíz de su ausencia/presencia en el festival de Cannes, sobre el pobre balance de los estrenos comerciales, sobre el paisaje que ofrece la edición de libros de cine en España o sobre la creativa vitalidad que muestra el cine argentino, resaltada tanto por el Bafici porteño como por el universal Cannes, atentos ambos –como siempre– a lo más innovador y vivo del cine que se hace por el ancho mundo. Ahora toca seguir trabajando.