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En los primeros momentos de la película, un encapuchado lanza gasolina y quema viva a una joven de 21 años. Los hechos suceden en un pueblo cerca de Grenoble, un día del año 2016. Dos policías judiciales investigan el asesinato. Uno de ellos vive víctima de una trágica historia familiar que es incapaz de superar, el otro se obsesiona por el mundo que surge en torno al caso. El cadáver de la chica de 21 años podría ser el de Laura Palmer, pero el ambiente es otro. La América profunda da paso a la Francia profunda y detrás de la chica muerta empiezan a surgir posibles sospechosos de un crimen en el que están presentes los celos, la depredación sexual y los excesos libidinosos. No queda claro qué es lo que motivó a que alguien quemara viva a una chica y desde los títulos de crédito sabemos que, como en Zodiac, nunca podremos atrapar al nuevo asesino del Zodiaco. La investigación judicial durará tres años, pasará a manos de una juez, volverá a abrirse, surgirán otros sospechosos, pero en el fondo nunca sabremos quién mató a Laura Palmer. Desde la vieja tradición del polar francés, Dominik Moll realiza una buena película en la que lo que importa no es saber qué es lo que ocurrió, sino lo que está latente tras las zonas residenciales de la vieja y chabroliana provincia francesa.

Àngel Quintana