¿Una alucinación visionaria o un sueño perversamente despierto? Será sobre esta pregunta sobre la que Tres hermanos elabore una abrupta exploración y deconstrucción de la masculinidad tóxica ahondando en los códigos de la violencia irracional, entendida como un proceso que sintetiza la normalización y normativización de los estamentos machistas y patriarcales actuales. Una historia de violencia que relata el regreso del mayor de tres hermanos a su pueblo natal, intentando encontrar refugio después del naufragio propiciado por la inestabilidad laboral presente en la realidad argentina. El paraje inhóspito de la Patagonia, igual de hostil que sus protagonistas, descubrirá una serie de filias por la desviación y lo salvaje propiciada por la fuerte dialéctica ultraconservadora de sus personajes. A través del regreso y el avance entre ruinas familiares se irá dando forma a cada uno de los pulsos en los que se instala el desencanto, donde el sadismo inherente se justifica por la precoz orfandad materna de unos hombres desprovistos de una figura femenina anacrónica tan idealizada como irreal. Sus desviaciones completarán una dialéctica opresiva entre su pasado y su presente, encontrando únicamente ‘alivio’ en el trágico devenir de una localidad afectada por los incendios y el desbordamiento de un río que acabará con su único modo de subsistencia. Esta reiterada sucesión de salvajismo e incomunicación hace que el proyecto deconstructivo de Francisco J. Paparella termine en una mera recreación del horror, en el que los traumas de estos tres hermanos disfuncionales sean ‘castrados’ y condenados a sobrevivir en las grietas de su propio lenguaje. Felipe Gómez Pinto