A su imagen sigue la vida de Antonia, una fotógrafa que busca capturar, a través de su cámara, la realidad de una Córcega de los años ochenta y noventa en la que las tensiones políticas, sociales y culturales presentes en la isla explotan, dando paso al conflicto nacionalista. En este contexto nace el FLNC (Frente de Liberación Nacional de Córcega), una organización clandestina que luchaba por la independencia de la isla. La narración se construye en torno al funeral de Antonia, donde su tío, un sacerdote, reflexiona sobre su vida y sobre las imágenes que ella capturó. Así, la película busca hacer un retrato de Antonia, no solo en su papel dentro del movimiento, sino como mujer y como persona. La película trata de retratarla a ella para darle, a esta mujer que se dedica a mostrar a los demás a través de la fotografía, su propia imagen por medio del vídeo.

La muerte se convierte en una constante. Un flashback se desencadena por la muerte de la protagonista, evento que, absurdo por la manera en que sucede al considerar el conjunto de su vida, impregna toda la obra. Al mostrar a la mujer libre e independiente, con carácter, que apoya pero también pone en duda elementos de la organización a la que pertenece, la película explora cómo la violencia, tanto local como internacional (en las guerras que Antonia fotografía), influye en su visión del mundo y en su trabajo, al mismo tiempo que plantea preguntas sobre la ética de capturar y representar el sufrimiento ajeno. La alargada sombra de la muerte invade toda la película al tratar el conflicto corso, donde hubo actos de terrorismo, y el tema de morir y de matar está presente en las conversaciones del día a día. Entre las fotografías de Antonia, destaca la secuencia de fotos de sus amigos, imágenes que durante toda la película permanecen fuera de campo. Estas fotografías, más sencillas y cómplices, representan un factor humano, mostrando a jóvenes viviendo una etapa de agitación política y social pero desde la intimidad. Los gestos entre ellos, los retratos o la cercanía física de las fotografías muestran que, a pesar de todo, son simples personas que viven, sienten y dudan. Una ficción que no pretende dar lecciones de historia, sino mostrar pequeños destellos de la vida y el sentimiento que predominaba en Córcega en aquellos años.

Clara Tejerina