En la presentación de Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind, la primera película que dirige en solitario Ethan Coen, Thierry Frémaux confesó que había tenido que buscar en Internet si el músico en cuestión seguía vivo. Pionero del rock, Lee Lewis no ha conseguido perpetuar su aura legendaria hasta el presente como hicieron otros. De aquí, quizá, una de las razones para armar este documental que parece dispuesto a reparar el desconocimiento contemporáneo en torno al músico. La película se distancia de los rockumentaries más convencionales en la ausencia de una voz en off narrativa y en el hecho de que Coen y su equipo han prescindido de llevar a cabo entrevistas propias tanto al cantante en cuestión (que sí, está vivo) como a otros colegas o expertos. El menor de los Coen construye el film, por tanto, a base exclusivamente de imágenes de archivo, sobre todo de multitud de fragmentos de actuaciones y entrevistas televisivas que también demuestran la fama de la que gozó Lee Lewis durante varias décadas, y el papel del rock’n’roll en la televisión. Así, en Jerry Lee Lewis: Trouble in Mind, el autor de Great Balls of Fire se acaba contando a sí mismo a través de estos clips: él es la principal voz cantante de la narrativa.
La película resigue sus orígenes familiares y la relación que tuvo con sus primos también músicos, su fascinación con el rock’n’roll primigenio, el insólito éxito que obtuvo en diferentes categorías musicales en un momento en que las fronteras que definían el rock’n’roll parecían más permeables, su incursión también triunfante en otros géneros como el country o la música religiosa, su adicción al alcohol, su vínculo con la espiritualidad, su imparable ritmo de trabajo, y sobre todo esa energía electrizante que emanaba en el escenario. Lee Lewis tuvo claro que el rock también era espectáculo visual en directo. Y, al contrario que en otros documentales musicales, aquí se deja respirar y se da protagonismo a las interpretaciones en platós televisivos y otros escenarios, es decir, a la música en sí misma, y la puesta en escena de su intérprete. Sin embargo, la película pasa de puntillas por la razón que condenó al protagonista al ostracismo durante años cuando se encontraba en la cúspide de la fama: su matrimonio con su prima Myra Gale Brown de doce años. Cuando ya muy entrados en el metraje, se recupera una entrevista con ella ya madura, en la que sin embargo apenas habla del tema (al menos en los clips seleccionados), una también se pregunta hasta qué punto la película se hubiera enriquecido con una perspectiva más dialéctica.
Eulàlia Iglesias