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Segundo largometraje del griego Christos Nikou (ayudante de dirección de creadores tan dispares como Yorgos Lanthimos y Richard Linklater), Esto va a doler (título español) ofrece la inesperada y agradable sorpresa que supone encontrarnos una inteligente comedia romántica en el escaparate principal de un festival de categoría A, algo que no es frecuente y que se agradece bastante. Bajo una premisa distópica que funciona como herramienta cómica para indagar en los complicados vericuetos del amor (una máquina que valida las relaciones de pareja a partir de las uñas que dan al film su título original), Nikou se adentra sin complejos y con un pulso mantenido sin desmayo en los pliegues de un género mil veces transitado, pero que encuentra esta vez, en su original propuesta argumental, un pretexto que la puesta en escena —aquí sí— consigue traducir en imágenes expresivas y llenas de ideas visuales para generar una divertida meditación sobre las relaciones entre los humanos y las máquinas o, si se quiere, entre las emociones frecuentemente irracionales que tantas veces sostienen el sentimiento amoroso y la amenazante inteligencia artificial que nos trae de cabeza. Sostenida de manera ejemplar por una actriz más que notable (Jessie Buckley), la película camina hacia un desenlace que nos devuelve a las angustias de las incertidumbres en el territorio sentimental, algo que se presenta como preferible a la hipótesis de dejarnos condicionar en este ámbito por la ingeniería científica. Que semejante tesis consiga camuflarse de manera orgánica en los pliegues de una tonalidad de comedia muy medida, incisiva y suave a la vez, es mérito de un diapasón que nos anuncia a un incipiente cineasta de estirpe clásica al que será necesario seguirle la pista. Carlos F. Heredero