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Pulsiones reaccionarias

Desde sus primeras películas, con El artista (2008), a otras más recientes como Mi obra maestra (2018) hasta llegar a esta última serie de Bellas artes, sus creaciones están atravesadas por una temática que busca cuestionar clichés y estereotipos sobre el mundo del arte. ¿De dónde surge este interés en su dupla creativa?

Mariano Cohn: Te agregaría otras dos películas más. Una es El hombre de al lado (2009), donde aparecen la arquitectura, el diseño y algunas reminiscencias sobre el mundo del arte y también Competencia oficial (2021) sobre los actores, en la que el papel de Penélope Cruz es el de una artista conceptual más que una directora de cine. Creo que sí se puede hacer una lectura transversal a todas estas obras que vos citas. Trabajamos en equipo los tres junto a Andrés [hermano de Gastón] que es comisionado en arte y procurador y además director del Museo de Bellas Artes en Buenos Aires. Con Gastón también tenemos una obra pre-televisiva sobre videoarte. Estos universos son familiares para nosotros por proximidad, nos son propios y no tenemos que impostar. En concreto esta serie tiene mucho más que ver con la vida de Andrés que con la de Gastón o la mía.

También es común en esas obras incluir personajes incómodos, casi reaccionarios…

M. C.: Tenemos esa búsqueda de presentar personajes contradictorios con poca empatía. Cuando intentamos poner en marcha hace unos años El ciudadano ilustre (2016) nos costaba conseguir productor para la película porque nos decían que el protagonista no generaba empatía en el espectador y tenía que hacerlo. A veces era difícil transmitirle eso a los actores. Para nosotros ahí está la diferencia; lograr ese personaje ambiguo, complejo y contradictorio como suele suceder en la realidad, más allá del punto de vista que tengamos nosotros. Nos resulta natural este universo y quizás una película sobre el petróleo no la podríamos ejecutar Gastón y yo.

Le ha citado en el inicio de esta entrevista, ¿cuánto de realidad y ficción hay en el personaje de Oscar Martínez con respecto a Andrés Duprat [guionista de la serie], reelegido recientemente como director del Museo de Bellas Artes en Buenos Aires, en concurso final con otras dos candidatas como en la ficción serial que presentan?

Gastón Duprat: En Andrés se juntan los dos mundos, es director de museos desde hace mucho tiempo y también guionista. Por supuesto que la mayoría de las historias que se cuentan en Bellas artes o las vio o se las refirieron y de ahí que se puedan percibir muchas similitudes con la realidad, aunque lo del concurso que mencionas sucedió después de escribir y rodar la serie. La ficción en esa anécdota se anticipó a la realidad. A través de la reflexión sobre la creación artística y los artistas, nosotros planteamos preguntas desde el personaje de Oscar Martínez sobre temas muy contemporáneos, como la cuestión políticamente correcta de la inclusión o de la cultura de la cancelación, en relación con este museo de arte contemporáneo.

También tienen en común la puesta en escena de Bellas artes y la de sus trabajos cinematográficos, aunque en esta ocasión no dirijan, la soledad de los personajes en el encuadre. Desde esa escena inicial con los cuerpos desplazados del centro del plano u otras, donde el personaje de Oscar Martínez aparece aislado con la arquitectura presionando y definiendo su soledad…

M.C.: En todos nuestros trabajos, sea una serie de televisión, un documental, un vídeo o una película, los dos intentamos imprimir un componente artesanal a lo que hacemos. Tratamos de personalizarlo. Y esto es más difícil en una serie, cuando la mayoría son creaciones pasteurizadas, que parecen hechas más con un Excel que en un set de filmación con todos esos códigos del diálogo, el cliffhanger… Nosotros tratamos de aportar cierta gracia a la imagen. Intentamos que la serie resulte atractiva, pero también buscamos imprimir nuestro sello autoral, que es lo que vos percibías en la pregunta que nos haces. Que tiene que ver con cómo pensamos el encuadre, en relación a la soledad de los personajes, y en las múltiples capas de la escena donde pueden suceder otras cosas por detrás del personaje. También con este concepto de la empatía al que me refería antes. Al hacer un zoom out y alejarte del personaje, buscas que el espectador se posicione con respecto a esa empatía o no con él. Que el espectador tenga que completar la obra tomando una posición con respecto a lo que ha presenciado.

En una de las instalaciones de este museo ficticio de arte iberoamericano se puede leer “Nacer, comprar, morir”. ¿Buscaban hacer una crítica a la relación del arte con el capitalismo, cuestionando el arte como un medio más de consumo?

G.D.: Esa obra pertenece a una artista que se llama Mariana Bellotto, una artista multiplataforma. Esa obra y otras de gran valor de artistas destacados que aparecen en la serie fueron gestionadas por Andrés, que conoce un amplio abanico de autores de vanguardia contemporáneos. Se necesitaron cerca de setenta u ochenta obras para construir este museo ficticio con obras de arte reales.

“El arte tiene su valor porque alguien lo paga”, le dice el personaje de Oscar Martínez a un niño.

G.D.: La escena en la que aparece este diálogo, donde el personaje de Oscar Martínez tiene que afrontar preguntas muy simples de un niño, es una de las más desafiantes de la serie. Si en la vida real un niño nos preguntase eso, sería un reto muy complejo intentar contestarle, porque en los museos de arte contemporáneo muchas personas tienen miedo de equivocarse con su opinión sobre el arte. Quién no se preguntó: “¿por qué vale cinco millones de dólares esta obra que podría hacer mi niño de cinco años?”. Porque el arte necesita de mediadores. De personas que les digan lo que significa una obra o el valor de esta. “Esto no es una banana, es una obra de arte porque alguien lo dispuso así”, y alguien tiene que explicarlo. Como los museos tienen esta solemnidad, con los espacios, el silencio… la gente no se anima a decir que algo es una mierda, como sí se anima a decir esto de las series o de las películas. Cualquiera puede opinar del audiovisual y a mí me gusta mucho esto. Pero de las artes plásticas no. Por eso quisimos que, a través de la figura de este niño medio irreverente, se le hiciesen al director del museo, que es un especialista, las preguntas más difíciles y al mismo tiempo sencillas sobre este mundo.

Precisamente esa escena termina con un homenaje emocionante al hermano de Mariano Cohn, pues la única obra que le gusta a ese niño de todo el museo es la lámina titulada Cabina de avión, de Ale Cohn. ¿Cómo se gestó este homenaje a Alejandro en su vertiente de artista?

M.C.: En otras películas también hemos filtrado homenajes a Ale. Este quizás sea el más logrado. Es una lucha que vengo teniendo en Argentina durante muchos años, un periodo de justicia que va a cumplir nueve años ahora. Tiene que ver con una causa y un homicidio de mi hermano en un hospital, que es un lugar donde te tendrían que atender y sucedió todo lo contrario. Ahora en el mes de abril va a haber un juicio oral y público donde nueve médicos están imputados y espero que por fin sean desplazados, condenados y se les quite la licencia, pues hasta el día de hoy siguen atendiendo. En cuanto a la ficción, me parece que es el mejor homenaje que se podría hacer. Alejandro era artista, un paracaidista en el mundo del arte pues no pertenecía a ese mundo. En el día del rodaje de esa escena, Gastón y Martín Bustos decidieron filmarlo con este toque (había muchas obras por todo el set de rodaje) y resaltar su obra con la escena de este niño. Fue algo improvisado en el rodaje y tiene esa frescura que le da ese toque emocionante que apuntas.

G.D.: Martín Bustos es el director de muchos de los capítulos de la serie. Es un director argentino-español que junto a nosotros dos ha construido ese estilo visual que tiene la serie.

M.C.: Si te soy sincero, yo no estaba en España cuando rodaban esa secuencia y cuando me la mandaron por WhatsApp, no pude evitar emocionarme.

Javier Rueda

Entrevista realizada por videollamada,
Madrid-Buenos Aires, el 4 de marzo de 2024.