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Retratos (y paisajes) de una guerra

Šarūnas Bartas nació en la década de los sesenta, por eso no vivió los duros años que el pueblo lituano sufrió durante la invasión del ejército ruso tras el final de la II Guerra Mundial. Historias de represión, violencia y miseria que el cineasta lituano escuchaba cuando era pequeño en los relatos que sus abuelos contaban en casa para que el olvido no pudiera con la memoria. Algo similar a lo que ha hecho él con su décima película, En la oscuridad, la segunda que se estrena en nuestro país, que dramatiza desde la ficción aquellas historias reales en un film que en la actualidad alcanza además una fuerte carga política. Bartas ya se había acercado a la crueldad de la guerra en Frost (2017), ambientada en los comienzos de la invasión rusa de Ucrania (la guerra que vivimos en la actualidad). Pero ahora lo hace con una perspectiva histórica, amoldando su cine a un contexto bélico, pero sin olvidarse de temas centrales de su obra como la pérdida, el dolor, la incomunicación o la huida emocional. Cineasta de imágenes de fuerte carga emocional y de los silencios, en la última etapa de su filmografía, sobre todo a partir de Peace to Us in Our Dreams (2015), ha dejado que la palabra ocupe cada vez más espacio hasta convertirse en un elemento narrativo al mismo nivel de importancia de su característico y personal uso de planos demorados. En la oscuridad está protagonizada por un adolescente que vive en una granja en el campo y que ve cómo su familia se descompone por el peso del pasado, de secretos no revelados, y por las acusaciones de colaboracionista que ponen en peligro al autoritario patriarca, a la vez que experimenta la necesidad de unirse a la lucha de la resistencia para liberar a su país de la opresión soviética.

El cineasta plantea dos niveles narrativos que convergen en un mismo nivel de lectura: el melodrama familiar y la crónica histórica. Dando muestras de su capacidad observacional y de su gusto por el minimalismo en la composición de los planos y en los movimientos de cámara, apuesta por un tratamiento pictórico de los cuerpos. Los rostros parecen secuestrados directamente del lienzo de un pintor barroco. Y a la vez muestran la expresión de dolor de la fotografía documental de Eugene Smith en su forma de atrapar la guerra y el dolor de sus protagonistas, en especial el del grupo de partisanos que viven escondidos en el bosque, esperando una oportunidad para atacar o tratando de sobrevivir entre traiciones internas y la amenaza rusa. Esa apuesta formal que remite al retrato en pintura también se puede trasladar a los espacios. Los interiores aparecen iluminados prácticamente solo con luz natural y una cierta tendencia hacia el claroscuro, que acentúa la frialdad que se percibe como un eco que llega desde los gélidos exteriores, contemplados por la cámara de Bartas con el espíritu de un pintor paisajista subyugado por la dura belleza del entorno natural que le rodea. A la vez que habla de esa distancia que se va generando en la familia, En la oscuridad reflexiona de manera simbólica sobre un país que va perdiendo su identidad y sobre la inmensa capacidad del cine para recuperar su memoria.