Basada en la figura real de José de Zer, un reportero de la televisión argentina que en 1987 ‘construyó’ una noticia sobre el supuesto aterrizaje de un ovni en la provincia de Córdoba, la nueva realización de Diego Lerman propone una especie de farsa –a medio camino entre el biopic, la comedia absurda y el cuento fantástico con ribetes surrealistas– que no termina de encontrar un registro orgánico en los 106 minutos de su metraje. Filmada prácticamente en su totalidad con un extraño gran angular que distorsiona y adelgaza deliberadamente las figuras que quedan en los bordes laterales de la pantalla, la película hace gravitar inevitablemente sobre el presente de las fake news, de los bulos y de las noticias incomprobables o el empeño del protagonista por construir pruebas donde no las hay y por hacer decir a los testigos lo que interesa a los medios con el fin de que estos puedan alcanzar una audiencia mayor para gran regocijo de su gestores, pero a Lerman se le va todo de las manos: la interpretación desigual de Leonardo Sbaraglia, los diferentes registros del humor (siempre al borde de lo grotesco involuntario) y hasta la fealdad continuada de todos los encuadres. En el día en que el festival organizaba un necesario acto de solidaridad con el cine argentino, víctima de la barbarie inculta y fundamentalista de Milei, su representación en la sección oficial no estaba a la altura, por decirlo muy suavemente. Y era una lástima que esto se hiciera tan evidente. Un gran error que no beneficiaba en nada a la cinematografía que recibía el justo apoyo del certamen.
Carlos F. Heredero
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