El ejercicio de escritura de este texto, cuyo sentido esencial es ofrecer cada mes un camino posible de acceso a los materiales que dan forma a un nuevo número de la revista, es siempre también un reto a la hora de buscar conexiones allí donde quizá no las habríamos pensado antes. Son vínculos fruto del azar, de la casualidad que se desprende de la confluencia en las decisiones de distribuidoras, programadores o filmotecas que marcan la ‘actualidad’ con nombres propios. Ellos agendan los estrenos, deciden retrospectivas, ciclos…. Y nosotros, como espigadores (Agnès Varda siempre) elaboramos, a su vez, nuestra propia propuesta de selección, reflexión y análisis. Además, ya lo hemos dicho alguna vez, los meses de otoño son siempre frenéticos y la concentración de estrenos apabullante. La acumulación hace que unas películas pisen a las otras en las salas, pero también que, en lo que a nosotros se refiere, sea difícil tratar a todas con el espacio y la profundidad que nos gustaría. Es esta casuística la que conduce, en esta ocasión, a un número con hasta seis estrenos destacados. Son Megalópolis (Francis Ford Coppola), La habitación de al lado (Pedro Almodóvar), Los destellos (Pilar Palomero), Salve Maria (Mar Coll), La sustancia (Coralie Fargeat) y Querer (Alauda Ruiz de Azúa).
De todas ellas sin duda Megalópolis es la que plantea un reto mayor. ¿Cómo afrontar crítica y valorativamente una película absolutamente desmesurada y excesiva en sus formas (y en su presupuesto), de estética kitsch y espíritu grandilocuente, que basa su propuesta formal en el pastiche? Pero también: ¿qué lugar ocupa Megalópolis en el marco del cine actual y de qué manera dialoga a su vez con la trayectoria de su autor, con la del cine estadounidense que de alguna manera representa, e incluso con la figura del autor como genio maldito e incomprendido con la que muchas veces se le ha identificado? “Megalópolis es una película única”, afirma Jean-Michel Frodon en el arranque de su texto que aquí publicamos. “Una película en tantos aspectos singular y que sin embargo se hace eco de toda la carrera de Coppola como un recorrido político”, añade. “La película supone el último estertor de la concepción propiamente norteamericana de la política de los autores que supuso el Nuevo Hollywood”, propone a continuación Eulàlia Iglesias, que continúa: “Y subraya el papel que ha jugado Ayn Rand, madre filosófica del capitalismo ultraliberal, en conformar esta fantasía del genio incomprendido entre algunos de sus integrantes”. La controversia y el debate han acompañado a Megalópolis desde el inicio del proyecto, pasando por su estreno en el Festival de Cannes, su campaña de promoción y hasta el momento de su estreno. Como aún está por ver cómo responderá el público en las salas, nosotros seguiremos atentos para proponer más lecturas sobre todo ello en el siguiente número.
Pero hay en la película de Coppola otro elemento, el de la propuesta de un ‘diagnóstico’ sobre un mundo en decadencia que nos permite establecer, justo ahí, la conexión con otra de las grandes películas del mes: La habitación de al lado, el film de Pedro Almodóvar que, además de sobre la agonía de nuestro tiempo, puede ser leído como el gesto de un artista, el propio cineasta, por superar su miedo a la muerte a través de la creación. Y aquí vienen en cascada los hilos de araña que tejen unas películas con otras en este diversificado número de la revista. Porque también Los destellos, la película de Pilar Palomero, narra una experiencia de acompañamiento en la muerte, que parte a su vez de la propia vivencia de la cineasta, para hablar del amor como antídoto posible frente al abismo del final. Pero si estos dos títulos proponen la posibilidad de subvertir ciertas normas o ideas preestablecidas respecto a la amistad, la maternidad o el amor de pareja a través del modo como sus protagonistas femeninas afrontan el final de la vida del otro, tanto Salve Maria como La sustancia nos colocan frente a una feminidad que afronta precisamente esos vínculos desde una vertiente mucho más oscura o destructiva. Querer, la serie de Alauda Ruiz de Azúa, por su parte, profundiza en algunos de estos asuntos, pero lo hace en el territorio de la soledad desde la que su protagonista asume su propio proceso de superación. Y nosotros dejamos aquí, al placer de cada una de las personas que nos leen, el desarrollo de estas y otras relaciones posibles.
Jara Yáñez
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