Print Friendly, PDF & Email

Posiblemente no haya ejemplos más reveladores sobre cómo el ejercicio de filmar puede contagiarse de aquello que cuenta: Broker es una historia escrita desde un tierno caos y podría decirse que la manera de filmarla también lo es. En ella dos adultos, simpático arquetipo de los perdedores, buscan hacer negocio con un bebé abandonado. En el trayecto se unirá también la madre, arrepentida, y un niño callejero que termina por conformar la inusual familia de una road movie imposible. La trama avanza desde un desorden arbitrario, casi se diría que prueba a manejarse en un género cinematográfico diferente con cada nueva escena, hasta que por fin el camino empieza a generar sus transformaciones en los personajes y lo emocional se apodera de la función. En ese desorden contenido hay también fogonazos de brillantez, momentos inesperados en los que Koreeda busca probarse a sí mismo y encontrar nuevas fórmulas para poder construir, en el fondo, la misma película de siempre. Aparecen pequeños hallazgos visuales mientras los protagonistas confiesan sus emociones más profundas y esos momentos justifican la búsqueda, el continuo vaivén de temas y de estilos. Quizás sea, de sus obras recientes, la que más obsesiones del autor termina por desplegar al mismo tiempo, despreocupada en la forma pero comprometida a no abandonar jamás a sus criaturas. Ese frágil equilibrio acaba revelando una cierta frescura.

Jonay Armas