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Y en la recta final llegó la fiesta en Cannes, bendecida por una gran inventiva gráfica y un gusto radical para conectar, desde del cine espectáculo, con el público adolescente. Belle vuelve a ser una nueva diana de Mamoru Hosoda, después de haber triunfado hace tres años en la Quincena de los realizadores con Mirai. Si tuviéramos que intentar definirla, diríamos que es un curioso cruce entre Ready Player One y La Bella y la Bestia, pero si nos circunscribieramos únicamente al universo   de Hosoda quizás podríamos hablar de ella como de una fusión entre Summer Wars y El niño y la bestia. Sazu vive triste y preocupada porque su madre murió para salvar a otra persona. Un día entra en U una app de internet en la que crea su propio avatar, convirtiéndose en una cantante deslumbrante y convirtiéndose en un fenómeno dentro del mundo virtual. Un universo virtual que puede ser atacado por una bestia cruel y que de forma progresiva veremos que esconde una cierta bondad. Partiendo del mito de la bella y la bestia seremos testigos de la caída de las máscaras y el surgimiento de las verdaderas identidades que se esconden tras los posibles avatares. Hosoda trabaja constantemente entre dos mundos paralelos, un universo real y otro virtual, que estalla en mil prodigios visuales. El resultado final es una historia emotiva, que sigue las bases del género y que tiene todos los indicios de convertirse en un auténtico mito entre los admiradores del anime.

Àngel Quintana