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‘Bauryna salu’ es el nombre de la tradición ancestral, aún vigente en Kazajistán y en otros países de Asia Central, por la que los primogénitos son separados de sus padres para ser entregados a los abuelos. Askhat Kuchinchirekov encadena planos secuencia para trasladar al lenguaje cinematográfico la concatenación de rutinas y obligaciones que le son impuestas a Yersultan, el joven protagonista de esta historia. Es imposible zafarse del destino, o al menos así lo plantea este cineasta que, tras el último plano del film, revela que él mismo fue entregado a sus abuelos al poco de nacer. La nostalgia aparece de noche, cuando en mitad de la oscuridad Yersultan alumbra con una linterna el único recuerdo que tiene de sus padres: una fotografía. A ella volverá una y otra vez, a ese retrato que es a la vez consuelo y melancolía. Una imagen idealizada que simboliza todo aquello que le ha sido negado y que siempre será más confortable que la realidad que representa. Bauryna salu es a la vez un viaje muy personal, el de un joven que necesita encontrar sus raíces, sus vínculos paternos; pero también un valioso retrato etnográfico de la vida en estas regiones rurales. Una ficción que a veces se siente documental, donde cada movimiento de cámara se acerca a sus personajes con la voluntad de entenderlos; a veces, incluso, con la intención de sanarles. Cristina Aparicio