Print Friendly, PDF & Email

Mal programada y casi ninguneada por la descerebrada rejilla horaria del festival más caótico y peor organizado que hemos visto en muchos años, esta humilde coproducción franco-maliense-senegalesa es la única representante del África negra que ha encontrado un hueco en la también notablemente despistada programación de la competición oficial. Sobre todos estos temas (las múltiples sesiones que han empezado con media hora de retraso, las proyecciones en las que se han quedado fuera periodistas, críticos y profesionales que SÍ tenían entrada garantizada por la taquilla digital oficial del certamen, entre otras muchas cosas) volveremos en Caimán CdC con mayor amplitud más adelante, pero este es el espacio en el que merece dar cuenta de una estimable ópera prima en la que los sueños de futuro de una pareja de jóvenes enamorados, cuyos nombres dan título al film, chocan con las viejas tradiciones de una pequeña aldea en la estepa senegalesa azotada por la sequía y con los misterios que anuncian la llegada de la catástrofe.

La debutante Ramata-Toulaye Sy retrata con fuerza a su protagonista femenina: la joven empeñada en vivir con su marido en unas casas alejadas del pueblo, verdadero motor de una ficción en la que la igualmente joven realizadora trata de hacer emerger el peso de las leyendas ancestrales bajo la vida cotidiana de la aldea e incluso bajo el impulso que les lleva, a Banel y Adama, a enfrentarse con las servidumbres de la línea sucesoria en la jefatura de la aldea y con las esperanzas que la comunidad tiene puestas en el chico. El resultado es un film quizá demasiado ‘limpio’ y demasiado ‘estético’, un tanto al gusto del ‘cine de festivales’ con regusto exótico, pero que encuentra en la exploración de lo telúrico y de lo misterioso el atractivo prometedor que no logra hacer emerger en el retrato de la vida diaria y del romance de su pareja protagonista. Carlos F. Heredero


Estamos en un mundo arcaico, en alguna aldea perdida en la árida estepa del Senegal. Banel, de dieciocho años, se enamora de Adama, de diecinueve, y juntos quieren vivir la plenitud de su amor, sin convenciones, sin ataduras. En el interior de la comunidad el peso de la religión islamista es notable, pero junto a la religión están los ritos, los deberes y los modos de acercamiento al poder. Banel y Adama quieren vivir en unas casas al margen de sus familias, no les importa el devenir de la comunidad sino su amor. Adama es propuesto como posible jefe de la tribu, debe cumplir los vínculos sucesorios, pero no sabe cómo reaccionar. El deber a la comunidad entra en conflicto con el amor. En un mundo marcado por las supersticiones empiezan a pasar una serie de desgracias, la sequía se hace presenta, las vacas mueren, algo anuncia la presencia del mal. Ramata-Toulaye Sy rueda con una gran fuerza poética y visual el proceso de descomposición de un mundo antiguo y arcaico. Algo anuncia el fin, la diáspora, la destrucción de los poderes ancestrales. No es la fuerza de la juventud y del amor la que marca una deriva, sino algo más profundo, algo que está allí y que anuncia caminos hacia el apocalipsis. El mal existe. Una significativa opera prima. Àngel Quintana