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Los cuerpos confluyen con el agua en Afterwater, del serbio Dane Komlijen, un film en el que lo físico, lo tangible, adquiere una dimensión propia a través de la imagen. Coproducida por Montse Triola (productora habitual de Albert Serra), la película se construye como una experiencia visual y sonora dividida en tres actos. Como ondas que se reproducen, Komlijen da forma a un film que contiene dentro de sí múltiples filmes, cada uno de ellos con su propia textura. La primera parte está grabada en digital y sigue a una pareja en un viaje a la naturaleza; la segunda, rodada en 16 mm, usa voces en off para narrar una historia ficcional que se acerca a lo ancestral; mientras la parte final retrata en vídeo analógico la conjunción de cuerpos en una especie de danza contemporánea con el hábitat a su alrededor. Todo centrado en la figura del agua y de los lagos como “microcosmos”.

Pero si los diferentes tipos de lenguajes utilizados dan paso a una multiplicidad de texturas visuales, es a través del sonido donde se amplía aún más esta experiencia de los sentidos. Los pies andando por encima del pasto que se mezcla con el agua, los cuerpos sumergiéndose en el lago y saliendo de este, los sonidos propios del río en distintos momentos del día… Todas estas formas y texturas sonoras del agua se posan en el centro de Afterwater y dan espacio a una reflexión no sólo sobre esos cuerpos de agua, sino también, y particularmente, sobre la vivencia de los cuerpos humanos en estos. Y es allí donde la propuesta de Komlijen alcanza su mayor potencia. En ese retrato de los cuerpos en el agua o con el agua. La corporeidad humana narrada a través de una corporeidad que, en principio, le es ajena: aquella propia del agua.