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Estamos de nuevo ante una coming of age, un film de despedida de la infancia y de despertar al mundo que, a partir de los recuerdos ficcionados de la propia cineasta, se concentra esta vez en el verano de los quince años de Xian. Su madre, con la que vive habitualmente y que la mantiene hiperprotegida e ‘infantilizada’ (como explicará la propia Xian), parte en misión sanitaria a África, y ella queda al cuidado de su padre, con el que no ha tenido mucha relación hasta ese momento, y que regenta un pequeño estudio fotográfico junto a su nueva mujer y Mingmei, la hija de esta. La fotografía, en sentido literal, pero también figurado, supondrá para Xian el descubrimiento de un mundo nuevo y el contacto con un universo cosmopolita y rico para ella desconocido hasta entonces.

Será la presencia enigmática de Mingmei, algo mayor que ella y que la asume como ‘hermana pequeña’, la que catalice la revolución emocional de Xian en una relación que el film representa a través de la confrontación entre el rojo, en representación de la primera, frente al azul de la segunda (y del título). Se contraponen así la energía y extroversión de Mingmei frente a la melancolía y la pureza de Xian. Y la evolución en la relación entre ambas se convierte en uno de los elementos más valiosos de una cinta que, en la descripción del surgimiento de un primer amor, trabaja desde una sugerente ambigüedad que, en reflejo del desconcierto y el desconocimiento propios de la adolescencia: el amor de Xian hacia Mingmei bascula entonces entre la admiración, la fascinación y la atracción física. A Song Sung Blue es un film que, en lo formal, sintetiza lo narrativo para buscar en las imágenes la fuerza significativa que tiene, por ejemplo, el paralelismo entre el momento en el que Mingmei le pinta las uñas de los pies a Xian por primera vez en su vida y el que, algo después, hace que Xian le cure las heridas a Mingmei después de haber tenido relaciones con un hombre casado. Jara Yáñez


Hace ya muchos años Neil Diamond cantaba Song Sung Blue, una triste balada que se convirtió en hit efímero. La canción no suena en A Song Sung Blue de Zihan Geng, una discreta película china, pero también está la tristeza de un verano. Una joven de quince años debe regresar a casa de su padre, un fotógrafo, ya que su madre, que es médica, se marcha a llevar a cabo una misión a África. El mundo del padre tiene un aire kitsch, que la adolescente no soporta. En cambio, se siente fascinada por su hermanastra, que mantiene relaciones con un hombre mayor. La historia de amistad entre la joven adolescente y la chica de veinte años que posee una vida conflictiva marca el tono de una película triste, con momentos de belleza pero bastante débil en su forma. Una pequeña película simpática de aquellas que se olvidan poco tiempo después de haberlas contemplado. Àngel Quintana