Celebración de la disidencia.
Javier Rueda

Aunque parezca contradictorio, las conductas más desadaptadas pueden resultar las más resilientes. Se habló en este VII Festival Márgenes de películas “desadaptadas”. Además de certero, dicho calificativo no pudo ser más esperanzador. La generosa selección de títulos y secciones coincidía en enfrentarse a la normatividad establecida. María Cañas y Lucrecia Martel, Expo Lio ‘92 y Zama, la película ganadora de la Sección Oficial (SO) y la que la clausuró, desde latitudes alejadas, desde formatos y tonos distantes se ponían de acuerdo en revisar de manera crítica la iconografía oficial del colonialismo y sus fastos. Por ello, contagiado por esta saludable disidencia, permitan a este cronista que esquive una exposición ordenada de programaciones, para dejar a las películas que dialoguen entre sí.

Explorando territorios fronterizos y de hibridación, La tierra aún se mueve (Pablo Chavarría) (SO), Premio del Jurado de la Crítica, construyó un viaje sensorial por texturas limítrofes -la playa como lugar- entre lo humano y lo animal. Mariana, presentada en la Sección Informativa – el Presente (P), defendió la identidad latinoamericana desde un viaje onírico por los espacios de la península de la Guajira. La capacidad de observación de Ruinas tu reino (Pablo Escoto) (SO), en la que la cámara sigue a pescadores en sus travesías por el Golfo de México, terminaba por ser un magnífico estudio del oficio de la mar. Sobre el mundo del trabajo, La fábrica de nada (P), de Pedro Pinho, se atrevía a reflexionar sobre la crisis actual desde un higiénico ejercicio de demolición de los códigos del cine social más conservador. Dos películas hablaron de fecundos y esperanzadores encuentros intergeneracionales. Tigre (Silvina Schnicer Schlieman, Ulises Porra Guardiola) (P) finalizaba con una bella escena donde un grupo de mujeres se liberaba de las ataduras coloniales, y Las calles (María Aparicio) (SO) filmaba una pedagógica lección de recuperación de la memoria. Tierra sola (Tiziana Panizza) (SO) recibió la Mención del Jurado por su renovada mirada etnográfica hacia la Isla de Pascua, desde imágenes de archivo y desde material original reivindicando una cultura que fue ocultada por la historia. En defensa de culturas silenciadas por el relato dominante, Cocote (P) (Nelson Carlo de los Santos Arias) compartió esa mirada política, en este caso hacia la República Dominicana, a través de los sonidos y danzas de las clases populares y sus rituales sobre la muerte.

Además de la Muestra Glauber Rocha, la figura de Luis Ospina se erigió en tótem de esta edición: Premio Especial Márgenes, Miembro del Jurado, Retrospectiva completa de su obra e inspirador de la sección “Más allá del vampirismo de la pobreza”. Citando una de sus obras más representativas, Todo comenzó por el final, concluimos este repaso por el principio. Niñato (Adrián Orr) abrió el festival desde una luminosa actitud de resistencia; la titánica lucha por crear arte desde lo cotidiano. Europa (P) (Miguel Ángel Pérez Blanco) mostraba a su protagonista femenina ascendiendo una colina, desorientada por el ruido de una fiesta, caminando a contracorriente en su búsqueda de la luz. Sirvan este gesto y esta imagen para encapsular la significación de todo un festival. Márgenes volvió a ser un espacio de celebración y resistencia.