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La protagonista de Negu hurbilak llega a Zubieta huyendo de algo. Algo que en principio desconocemos y que, poco a poco, se va revelando a través de las voces en la radio, ubicando el relato en el 2011 y en un hito concreto de la historia de Euskadi: la entrega de armas por parte de ETA. La herida notoria del conflicto vasco, que contrasta con lo bucólico del paisaje, atraviesa el film del Colectivo Negu (conformado por Ekain Albite, Nicolaú Mallofré, Adrià Roca y Mikel Ibarguren, alumni de la ESCAC). Y lo hace a través de un retrato silente de lo que no vemos en las noticias: la historia contada por sus personas. Jone Laspiur da vida a esta joven que, viendo pasar las noches y los días, espera poder cruzar la muga hacia Francia y hacia lo que ella representa: la esperanza de un futuro mejor. La imagen en silencio, suspendida en el tiempo, se ve interrumpida en el tramo final del film, donde mediante un lenguaje documental los directores registran las tradiciones y rituales de los carnavales de Zubieta e Ituren. Con disfraces y danzas, este interesante final se adentra en los códigos del costumbrismo, pero aquellos incluso más cercanos al folk horror que al realismo (también en el guiño fantástico del basajaun que su protagonista avista en las montañas). Además, los ruidos de estos ritos plantean una ruptura formal con lo que venimos viendo, hasta que vuelve a inundar el silencio de nuevo. Y allí, con el fundido a negro, irrumpe una canción: Cercano invierno o Negu hurbilak. Daniela Urzola