Alberto Hernando

The Dust Channel concluye con cinco minutos de zapping entre porno con aspiradoras, máquinas de limpieza high tech, El fuego inextinguible de Harun Farocki y el centro de detención para refugiados de Holot (Israel). Una estupenda recapitulación de los elementos de la película: la manifestación del deseo bajo la violencia estructural, y también la exposición de sus propias coordenadas interpretativas: la reclusión de los refugiados en Israel. Roee Rosen ha sabido combinar en clave cómica a Buñuel con Farocki para darle un significado social al surrealismo. En este caso, a través de la metáfora de la limpieza de la suciedad doméstica, de una etnia o, en definitiva, de cualquier elemento extraño.

De esta forma, un dúo canta una ópera bufa a las virtudes higiénicas de la aspiradora Dyson Seven. Cantada en cuatro actos y una coda, bien delimitados por tema, música y fundidos, podríamos titularlos, por orden: “Elogio al aspirador”, “Limpieza cotidiana”, “Suciedad”, (Intermedio), “Deseo y restablecimiento (?) del orden” y “Zapping”.

Todo comienza una mañana cotidiana con el dúo aún acostado. Y todo parecería en orden para esta pareja israelí de clase media si no fuera por un elemento extraño: el pelo en la axila de ella. Entonces y lógicamente a partir del sobaco, comenzarán a superponerse imágenes surrealistas con guiño incluido a Un perro andaluz. Y lo que (según los instrumentos de cuerda que parecían extradiegéticos y no lo eran, la iluminación y la composición de los planos) parecía un hogar armónico, comenzará un progresivo proceso de extrañamiento. La aspiradora Dyson Seven encenderá el deseo de ella –identificándose con las virtudes de la máquina– y la mirada de él –atraída por el acto de limpiar–; se colarán nuevos músicos e instrumentos y las fuerzas del orden deberán intervenir. Pero se trata de aspirar un hogar en mitad de un desierto inmenso, aunque se le pongan vallas, y cuando la pareja vuelve a acostarse los músicos todavía están allí. Parece que el elemento extraño, irreprimible, siempre empieza en nosotros.

La vinculación con el surrealismo, sin embargo, no debe llevar a engaño. Si la libertad de Un perro andaluz huía de la tiranía del significado, The Dust Channel se ofrece calculadamente como una alegoría que denuncia la más sangrante actualidad. Pues aun con varias lecturas posibles, Roee Rosen introduce las claves necesarias para asentar su significado en ella. Como las fotografías de Holot colgadas en las paredes del hogar, aquel centro de detención en mitad del desierto cuyo nombre, en hebreo, significa arena. Y así es como la libertad del surrealismo se ata a un urgente significado social.