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Sura Guimarães

A Minha Juventude es el nuevo cortometraje de la joven directora portuguesa Rita Quelhas. Con todo, utilizar adjetivos temporales para describir y dialogar con su, hasta ahora corta, obra quizá no sea del todo fructífero pues las dimensiones entre pasado, presente y futuro son borrosas y permeables. En su debut como realizadora, Uivo, 2014, la materia visible proyectada en pantalla funcionaba como un eco del pasado. Una suerte de testimonio existencial no visible pero indiciario que, a través de la mirada estática de los perros, marca la naturaleza mística de la sierra de Sintra que se actualiza en el presente como una esencia traída por un soplo de viento. Una reminiscencia del ser, un silencio como voces de la pérdida.

El juego dicotómico entre campo y fuera de campo como material constructivo del relato utilizado en su primer corto es ampliado en A Minha Juventude con el empleo de banda sonora, voces y llantos. La música y el sonido aportan un sentido metafórico, físico y no simbólico, resignificando las capas temporales no como pasado sino como un presente extendido cuya pérdida no tiene valor más allá de un germen de futuro ya preexistente en un trozo suyo: su hija. La chica de 16 años, que es a su vez un reflejo oblicuo de su madre, existe dentro de la casa materna, como si estuviera encerrada mientras los demás siguen su curso. La ventana entonces se transforma en un portal por donde el mundo fluye, ya sea a través de una mirada, una visita o un recuerdo. La aparente monotonía y enclaustramiento iniciales son el motor de un movimiento de libertad.

Los cuadros, las fotografías y el tarareo conectan las vivencias de antaño en una mezcla de melancolía y gozo. Como Fellini en Y la nave va (1983), referencia directa en la banda sonora, Quelhas hace emerger la realidad del personaje sin que esté miméticamente representada. Como las flores en primavera, los frutos benditos nacen sin pecados por su propio orden natural y cíclico. Momentos que florecen, así como memorias que aparecen sin deseo o intención pero que existen en el hit et nunc al igual que la protagonista, su niño, su madre y la casa. El Momento musical nº 3 de Schubert también presiona el campo visual, confiriendo rapidez, vivacidad y elevando el corto a una oda del momento de su juventud.

La niñez, la juventud y la vejez son ríos navegables una sola vez en los mares de una vida rellenada de memorias que siempre buscarán un nuevo encuadre, una ventana para existir en el mundo. A partir de fragmentos, recuerdos y existencias, Rita Quelhas construye un poema invitatorio como un rayo de sol o un bebé “que se dobla sobre tu mano y acaricia mi hombro…”