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Se hace camino al andar…
Editorial Enero 2012.

Carlos F. Heredero.

“Decíamos ayer…”, podría titularse también el presente editorial, porque este primer número de Caimán Cuadernos de Cine viene a tomar el relevo de la línea crítica y reflexiva desarrollada, hasta diciembre del año pasado, por Cahiers du cinéma. España, de la que esta nueva revista no es solo su heredera y su continuadora, sino en realidad su sosias, su doble y su gemela al mismo tiempo. Ya lo decíamos el mes pasado: lo más importante no era, a fin de cuentas, la continuidad de la marca, sino la existencia de una publicación con la misma línea editorial, con la misma concepción del cine, dirigida por el mismo equipo, escrita por los mismos colaboradores y respaldada por las mismas personalidades que hasta ahora han venido prestándonos su apoyo.

Con el comienzo del nuevo año aparece así una nueva revista que, precisamente por su expreso compromiso de mantenerse fiel a la anterior, ha recibido el espaldarazo –en muchos casos, entusiasta– de cuantos colaboradores, profesionales, instituciones, patrocinadores, museos y festivales (tanto en España como fuera de nuestras fronteras) han tenido conocimiento de la mutación y de las causas que la han motivado. Un respaldo que ha llegado expresamente a esta redacción –en forma de mails y de mensajes en los más variados formatos– desde todos los confines de la galaxia-cine: desde Australia hasta Nueva York pasando, muy especialmente, por Francia, por Latinoamérica y, desde luego, por España, donde suscriptores, lectores, anunciantes, distribuidores y vendedores no solo se han hecho perfectamente cargo de la situación, sino que nos han brindado su más decidido apoyo para la nueva etapa que ahora comienza.

Y se hace camino al andar, como decía el poeta, de manera que, ya puestos a la tarea, y en coherencia con el espíritu que nos ha traído hasta aquí, nuestros lectores encontrarán en estas páginas –como sin duda esperaban– nuestro habitual balance del año, nuestras listas de las mejores películas de 2011, nuestra selección de los mejores cortos, nuestra crónica del Festival de Gijón y hasta la esperada película de Clint Eastwood, siempre fiel a su cita con los espectadores españoles a comienzos de año. Pero no se trata solo de una coherente prolongación, porque sin renovación y sin cambio permanente (como explica Àngel Quintana en las páginas siguientes), la continuidad deviene repetición y rutina, lo que nos incapacitaría para comprender los temblores constantes que se producen en las placas tectónicas de la producción fílmica contemporánea.

Y de uno de esos temblores surge, precisamente, Los descendientes (nuestro Gran Angular), una obra que habla –con peculiar sensibilidad– de filiaciones generacionales y transmisiones culturales a la vez que nos acerca a una peculiar voz narrativa del cine norteamericano actual. Hay mucho cine todavía por descubrir, muchos fenómenos paralelos en torno a las películas (véase: Itinerarios), mucho que aprender y mucho que preguntarse aún sobre las imágenes. Asumamos pues esa humildad que nos reclama Quintana y mantengamos los ojos bien abiertos para no caer en la rutina acomodaticia, para seguir apostando por esta apasionante aventura del pensamiento crítico y para suscitar el deseo de ver cine y de pensar el cine. Pues en eso estamos…