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En el obituario del artista francés Michel Haas, fallecido el 18 de mayo de 2019, se leía lo siguiente: “Michel Haas vivió el final de su vida como vivió su vida, vivo”. El espíritu de esta laberíntica frase es lo que inspira a Narimane Mari en el viaje que emprende por las imágenes que marcaron la vida de su amante fallecido. We Had the Day Bonsoir nace como una elegía, una carta (o más que carta, canción) de amor al fantasma de Haas, que sobrevive en cada uno de los recuerdos, objetos, lugares y canciones retratadas por la directora argelina. En este documental (galardonado con el Gran Premio de la Competición Francesa en FIDMarseille), Mari se desnuda ante el espectador y construye una especie de collage o poema visual en el que desplegar su duelo y, sobre todo, mantener viva la memoria de su ser amado.

Desde la secuencia de créditos iniciales, donde una persona camina sobre los charcos de lluvia mientras suena de fondo Amor, amor, de Norrie Paramor, Mari establece un juego en el que participarán objetos, animales y personas, tanto vivas como muertas, que van desde el propio Haas hasta su gato, “un hombre joven”, Gaston Bachelard o Thelonious Monk. La directora los acredita porque todos ellos están presentes en este tributo a Haas, porque todos estuvieron también presentes en su vida. Alrededor de esta poética semi-fantástica se articula We Had the Day Bonsoir (cuyo título, además, es una frase que el propio artista solía decir en su diario vivir), donde las presencias fantasmales abundan y le otorgan a la muerte otra definición: la de una nueva vida.