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La nueva película de la oriolana Elena López Riera arranca con el escrutinio de la foto de la boda de su madre, una instantánea en que su progenitora aparece vestida de novia y en apariencia feliz como tantísimas otras mujeres en tantísimas otras fotos parecidas. Desde la voz en off, López Riera se interroga por lo que le traslada esa imagen desde su posición actual de mujer de mayor edad que la protagonista de la foto, una mujer de otra época que además no ha sido ni novia ni madre. La reflexión sobre el legado intergeneracional, sobre las herencias que se transmiten a través de los ritos sociales, los discursos culturales o las narraciones orales hasta calar en el inconsciente colectivo, atraviesa toda la filmografía de la directora de El agua (2022). En este mediometraje documental programado fuera de concurso en la Semana de la Crítica, explora la distancia entre la idea de felicidad fijada por las narrativas del amor romántico que encuentran su máxima expresión en la liturgia del matrimonio y la experiencia real en torno al amor y el sexo vivida por las mujeres de generaciones anteriores en España.

Así, la directora entrevista a un puñado de testimonios para, a su manera, entender también mejor a su madre. Las charlas ponen en evidencia que muchas mujeres maduras están hablando por primera vez con sinceridad sobre qué significó para ellas la noche de bodas, la satisfacción en torno a su vida sexual, la relación con quien debía ser el hombre de sus sueños y los conocimientos que (no) se les transferían sobre sexualidad. López Riera configura así una pequeña historia oral, fragmentaria y secreta de la vida sexual de las mujeres españolas durante el franquismo y el posfranquismo. Las entrevistas se intercalan con una recontextualización de fotos varias de novias que, a través de una serie de estrategias de edición y uso del sonido, la directora vacía de su carga romántica para otorgarles una nueva dimensión más cercana al extrañamiento. Heterodoxa ya en su duración, unos 40 minutos que la sitúan en este territorio incierto entre el corto y el largo, quizá por ello la película también se queda por momentos en un espacio un tanto indefinido entre un primer borrador y el resultado final.

Uno de los dos únicos títulos españoles presentes en el Festival de Cannes, junto a Volveréis de Jonás Trueba, Las novias del sur se ha llevado uno de los premios alternativos del festival, la Queer Palm al mejor cortometraje. Este galardón, que este año concedía un jurado presidido por Lukas Dhont, reconoce largos o cortos sobre “temas y personajes LGBT+, feministas o que desafíen las normas del género”. El cartel de esta edición, una foto del escote de una mujer madura, no podía estar en más sintonía con la experiencia sobre la sexualidad que reflota en el film de López Riera, en contrapunto con las imágenes oficiales de novias y bodas.

Eulàlia Iglesias