Hay una imagen que se repite a lo largo de Les Rayons Gamma: distintos grupos de jóvenes que contemplan la ciudad desde algún lugar elevado. Ya sea en la ladera de un parque o en el mirador de una alta torre, la ciudad se despliega ante sus ojos con solemnidad y con la distancia que impone estar a cierta altura. Así podría entenderse también el segundo largometraje de Henry Bernadet: como una detallada y precisa panorámica con la que definir a una generación. Si bien el retrato aquí puede leerse como colectivo (en lo relativo a lo generacional), es en su capacidad para humanizar y desentrañar la naturaleza emocional de cada uno de sus tres protagonistas donde adquiere verdadera entidad el conjunto. A partir de estos tres jóvenes sin conexión aparente (y afortunadamente la narración evita casi cualquier tipo de coincidencia cósmica que haga confluir sus historias), la película explora tres de las emociones más devastadoras que se experimentan en la adolescencia: la rabia, la inseguridad y la soledad. A pesar de ser historias independientes, Bernadet equilibra las tres tramas y lo hace respetando sus tiempos y sus espacios, contemplando desde la distancia, sin dar nunca la sensación de fragmentación. Al contrario, el resultado es un relato cohesionado, luminoso y esperanzador de la juventud actual, una generación deseosa de mirar al horizonte. Cristina Aparicio