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Thien es un joven desencantado y perdido, que vive en Saigón, y debe hacerse cargo de Dao, el hijo de su hermana, cuando esta fallece en un accidente. Inside the Yellow Cocoon Shell narra el viaje de ambos, desde la ciudad hasta su pueblo natal, para el entierro, en un trayecto que acabará por perderse, a través de los paisajes rurales de Vietnam, y conducirá el film hacia otro lugar. El que es el debut en el largo de Pham Thiên Ân consigue fundir así un relato ‘realista’ en otro mucho mas misterioso en el que entrarán en juego lo místico, lo fantasmagórico, lo mágico y lo onírico. A partir del sinsentido de la muerte (motor de la acción que se expresa no solo en la de la hermana de Thien, sino también en la del pájaro que cuida durante un tiempo o incluso la de los dinosaurios de la que habla con Dao) la película va presentando distintas etapas y diferentes encuentros con variados personajes a través de los cuales se pondrán en cuestión asuntos como el valor de lo ritual, el significado de la fe, el absurdo de la guerra, la posibilidad de amar, o el destino del alma. Pero hay también algo de registro documental en la película de Pham Thiên Ân (interpretada por actores no profesionales) cuyo sustrato refleja la realidad de una minoría católica de la que proviene el propio cineasta y con la que reconectará Thien en su particular regreso a ‘los orígenes’.

Pero Inside the Yellow Cocoon Shell, en su poderosa multiplicidad significativa, es además el relato de una búsqueda que, de nuevo, tiene un sentido literal: Thien busca al padre de Dao, desaparecido y del que no se sabe nada desde hace tiempo; pero es también una exploración ‘trascendente’, a través de la que irán aflorando los temores y deseos más profundos de Thien. La película de Pham Thiên Ân se expresa para ello a través de largos planos secuencia y ligeros movimientos de cámara en una muy particular búsqueda del encuadre (y del espacio en relación con las figuras que él mismo reconoce como influencia de Tar) que da lugar a grandes y muy resonantes hallazgos (el plano del torso que ocupa toda la pantalla para descubrir de pronto el pájaro, las manillas fosforescentes del reloj que acaban por llenarlo todo, el truco de magia por el que Thien hace aparecer peces en un jarrón, el trayecto entre la niebla, a través de la carretera, que termina por cegarse con el fogonazo de un faro…). Los reencuadres a través de puertas y ventanas, el peso específico de la naturaleza y los animales en los planos, los juegos con los reflejos en espejos deformantes o la fuerza compositiva a través de las líneas y los colores son solo algunas de las apuestas formales que, junto con un cuidadísimo y muy sugerente trabajo con el sonido (que conduce a Apichatpong Weerasethakul), revelan la mirada personal de un cineasta que se descubre aquí, además, como uno de los más sugerentes de toda la programación de la Quincena. Jara Yáñez


Durante una conversación del joven protagonista con su novia, esta le recuerda que cada vez que una campanilla suena, un ángel pierde sus alas. Esta curiosa referencia a ¡Qué bello es vivir! de Frank Caara aparece en el interior de una película vietnamita de tres horas situada en las antípodas del cine de Hollywood pero que, en cierto modo, como la película de Capra, también es una celebración. Inside the Yellow Cocoon Shell, película vietnamita con producción catalana, implica sobre todo la celebración por el descubrimiento de un cineasta, cosa poco frecuente en un cine castrado por tantas plataformas. Pham Thiên Ân, cineasta vietnamita, podría ser un discípulo de Lav Diaz. Su película se articula en larguísimos planos secuencia contemplativos, escasos diálogos y un gusto extremo por filmar el paisaje y todas las oscilaciones atmosférica. La diferencia esencial reside en que Pham Thiên Ân es, por otra parte, un cineasta con un gran fondo espiritual que busca la trascendencia escondida en la misteriosa belleza de la naturaleza y en el proceso de atracción que la cámara ejerce.

Inside the Yellow Cocoon Shell es la historia de la búsqueda de Tam, el hermano del protagonista. Todo empieza el día en que la esposa de Tam fallece en un accidente de moto en el centro de Saigón. Su hijo sobrevive y la única persona que puede asumir su custodia es el hermano de la mujer muerta. Tam, el padre, ha desaparecido y no sabemos qué fue de su vida. La primera parte de la película se centra en el proceso de confrontación con el duelo, con los rituales del entierro y con el cuidado del niño. El joven regresa a la naturaleza y una vez que consigue que el niño sea admitido en un colegio religioso, emprende su camino como si fuera una especie un proceso de descubrimiento de su propia alma. En su trayecto, el protagonista se encuentra con el padre de la mujer muerta que le habla de las viejas guerras con el Vietcong y sus heridas. Más tarde se encuentra con una anciana que habla de la insignificancia temporal del dolor frente al sentimiento de eternidad y de los caminos que permiten un reencuentro con las propias almas. Filmada con delicadeza y con un fuerte sentido de la belleza plástica, su presencia en la Quincena es también un acto de fe, de esa fe por un cine cada vez más complicado de ver en las salas y en los festivales. Àngel Quintana