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Selman Nacar condensa en veinticuatro horas un thriller judicial situado en la ciudad de Uşak, en el corazón de Turquía, en el que reflexiona sobre la relación entre la moral individual y la moral de un Estado que hace aguas (hasta el punto en el que la ruptura de una tubería puede inundar la sala del juicio) y cuya judicatura parece dispuesta a predeterminar el futuro de los acusados dependiendo de su origen social. Del retrato realista del desmoronamiento del país, teñido por los juegos de información y medias verdades inherentes al género, emerge con fuerza un extraordinario estudio de personaje. Tülin Özen, en una interpretación tan astuta como contenida, da vida a Canan, una contradictoria heroína cegada por la búsqueda de justicia. Canan, abogada criminalista, está encargada de la defensa de Musa (un hombre de clase baja acusado de asesinar a su antiguo jefe). Fumadora compulsiva, pragmática y devota de su profesión, está acostumbrada a ejercer de líder e intuye que, si es lo suficientemente audaz y trabajadora, terminará de inclinar la balanza a su favor. Esta pulsión entra en evidente contradicción con el drama familiar que se abre paso en el film: Canan se resiste, pese a los consejos de los médicos y la voluntad de su hermana, a practicar la eutanasia a su madre, quien dejó por escrito que quería donar sus órganos.

Tanto por el estilo minimalista, como por la forma de relacionar la moral con la descomposición social, Hesitation Wound perfectamente podría enmarcarse dentro de la Nueva Ola Rumana, tomando incluso prestada la mirada de Tudor Vladimir Panduru, director de fotografía que ha acompañado a Christian Mungiu en títulos como Bacalaureat o R.M.N. Las imágenes, coloreadas a baja temperatura y de tintes azulados, reverberan pesimismo a la vez que presagian el final trágico. Nacar encierra a sus personajes en habitaciones abarrotadas y se apoya en la rigidez simétrica de las dependencias judiciales para enclaustrar a una protagonista con la mente dividida entre su conflicto profesional y personal. Esta dualidad, emocional y de género (en su combinación de thriller judicial y drama familiar) expone simbólicamente a una Turquía fragmentada culturalmente (por su determinante enclave entre Europa y Asia) como políticamente por dos clases sociales enfrentadas de forma irremediable.

Yago de Torres