Cada vez es más curioso ver cómo el cine contamina al teatro y este al cine. En los últimos años, uno de los géneros teatrales más abiertos a la investigación es el llamado teatro documental. La definición puede parecer un oxímoron ya que el teatro se basa en el artificio escénico y el documental busca la verdad en lo real, pero el teatro documental tiene como gran baza el poder del testimonio directo. Las personas reales pueden sustituir o dialogar con los actores para contar hechos que tienen que ver con su propia experiencia vital. Les Filles d’Olfa de la cineasta tunecina Kaouther Ben Hania podría ser una obra de teatro documental, pero es una película y como tal se aparta de las ideas preconcebidas en torno al documental. No es un trabajo observacional, ni está la voz en off de Dios que nos cuenta los hechos, ni se juega con entrevistas. El dispositivo de Ben Hania no es otro que reunir a una madre real, Olfa, que da título a la película para que cuente su experiencia a raíz de la desaparición de sus hijas a manos del integrismo islámico. Olfa va a tener un doble, una actriz que interpretará su papel. En la escena también intervendrán las dos hijas pequeñas y dos actrices serán las hermanas desaparecidas. La directora dirigirá la función y podrá intervenir en determinados momentos y el dispositivo escénico mezclará el testimonio personal con la reconstrucción dramática de los hechos. El espacio de la representación será clave y solo se utilizarán imágenes de archivo en los momentos finales, a partir de imágenes sacadas de los noticiarios que hablan de la implicación de las dos hermanas desaparecidas con los grupos terroristas islámicos.
El teatro documental que filma Ben Hania adquiere una curiosa fuerza que va más allá del dramatismo de los hechos que se cuentan. La madre real dialoga con su doble, mientras los engranajes de la reconstrucción escénica entran en diálogo con los recuerdos y vivencias narrados. El recorrido que propone la película nos dice muchas cosas sobre Túnez, el islam y los peligros de la radicalización. Olfa vive obnubilada con su marido –que acabará en la cárcel acusado de asesinato– y tiene cuatro hijas. Estas crecen en medio de una familia descompuesta en la que la madre debe partir de Túnez hacia Libia para encontrar trabajo. La llegada de la primavera árabe y la caída del régimen de Ben Alí crea una soñada libertad, pero todo se diluye cuando el integrismo empieza a ocupar una esfera de poder. Las dos hijas mayores de Olfa empiezan a creer en los deberes de la djihad, cubren su cuerpo y su rostro con el hiyab, se martirizan hasta que acaban abandonando la familia y el país, para acabar en un campo de Daesch en Libia. El drama de la madre, la desestructuración de la familia, el malestar de las dos hermanas y los fantasmas de una absurda radicalización atraviesan la película. Rahma y Ghofrane, las dos hermanas desaparecidas, acaban internadas en una cárcel después de que una de ellas se case con un terrorista autor de diferentes atentados en Túnez. El documento acaba mostrando su verdad gracias al artificio escénico. Àngel Quintana