Tan lejos, tan cerca
La gran familia de cines africanos, expresión de la cultura de la resistencia, cruzó de nuevo los catorce kilómetros del estrecho que separa Tarifa del continente para hacerse más cercano, más visible. En su 19ª edición, el FCAT presentó una selección de los mejores títulos de los últimos meses, muchos con el aval de su paso previo por importantes festivales internacionales. Un total de diez largometrajes de jóvenes realizadores con apuestas formales muy diversas que miran al pasado, el presente y el futuro del continente con retratos íntimos y personales llenos de urgente realidad, se dieron cita en su sección oficial.
Propuestas documentales que vuelven la vista atrás, como Xaraasi Xanne (Bouba Touré y Raphaël Grisey; Mali, Francia, Alemania) y Constelações do Equador (Silas Tiny; Portugal, Santo Tomé y Príncipe). La primera sigue el rastro de la inmigración que abandonó Mali entre los años sesenta y setenta para instalarse en una Francia que no era el país soñado de las oportunidades. La contraposición de imágenes de archivo y grabaciones actuales denuncia los problemas que siguen sin resolverse. Por su parte, Constelações do Equador nos acerca al primer conflicto poscolonial de la historia de África, la independencia unilateral de Biafra del gobierno de Nigeria que llevó a la evacuación de miles de niños de la región. Otro documental, Faya Dayi (Jessica Beshir; Etiopía, EE UU, Qatar), se alzó con el Premio al Mejor Largometraje. Una cinta que también explora las crisis migratorias a través de los sueños de los jóvenes del país que se intoxican de khat, un poderoso psicotrópico cuyo cultivo ha sustituido al del café en Etiopía.
Dentro del apartado de ficción, tres retratos de mujeres fuertes destacaron en la programación. Feathers, de Omar El Zohairy (Egipto, Francia, Holanda, Grecia), transita entre lo fantástico y lo surrealista en su denuncia de la sociedad patriarcal. Un cuento sobre la emancipación de la mujer con grandes dosis de realismo mágico y un tono cercano al Emir Kusturica de los años noventa. Freda (Haití, Francia, Benin), un drama político escrito y dirigido por Gessica Géneus, que muestra cómo una familia (y toda una sociedad) trata de sobrevivir en medio de la corrupción y la violencia del país. Y, por último, la interpretación del mito griego de la tunecina Black Medusa (ismäel y Youssuf Chebbi).
Y cerrando el apartado de ficción, Une histoire d’amour et de désir (Leyla Bouzid; Túnez, Francia), relato aparentemente sencillo de amor y despertar sexual entre dos estudiantes en París que pone sobre la mesa el conflicto entre la autocensura del universo masculino y la desinhibición femenina; y la ruandesa Neptune Frost (Saul Williams y Anisia Uzeyman), estilizado musical futurista que canta por la liberación del tercer mundo de la esclavitud impuesta por el capitalismo.
Para completar la sección oficial, dos títulos donde el cine se vuelve autoconsciente: en Nous, Étudiants!, el director Rafiki Fariala sigue a varios amigos estudiantes de la Universidad de Bangui (República Centroafricana) que relatan sus aspiraciones y frustraciones, mientras en Lèv la Tèt Dann Fènwar (Premio del Público) Erika Étangsalé desvela el pasado de su padre, original de la Isla de Reunión que emigró a Francia de joven. Una conversación entre padre e hija donde la cineasta evoca el pasado para iluminar la oscuridad. Una auténtica declaración de intenciones del festival.
Dentro de la sección ‘En breve’ competían diez títulos firmados por nuevos talentos del cine africano, entre los que destacaron dos trabajos que abordan la violencia contra la mujer: Imuhira (Myriam Uwiragiye Birara; Ruanda) y Microbús (Maggie Kamal; Egipto, EE UU), premio al Mejor Cortometraje. Así como otras originales propuestas que apuestan por el humor como Precious Hair & Beauty (John Ogunmuyiwa; Reino Unido), un día a través del escaparate de una peluquería y la reflexión metacinematográfica del cortometraje de animación The Unusual Kinky Quaint Peculiar Weird Strange Rum Queer Odd and Bizarre Day of a Shadow Man (Hary Joel; Madagascar).
Las actividades paralelas del festival, en forma de mesas redondas o encuentros con directores, fundamentales en todo certamen que promueve la reflexión en torno al cine, resultan doblemente interesantes e instructivas cuando nos encontramos ante cinematografías periféricas que, en muchos casos, siguen códigos de representación a los que estamos menos acostumbrados. Destacar, de entre las numerosas propuestas del festival, la retrospectiva ‘Entre la tinta y la pantalla’ que abordó la relación entre el cine y la literatura con una selección de dieciséis adaptaciones, entre las que se incluían, entre otros, dos títulos del denominado padre del cine africano, Sembène Ousmane, dos películas del angoleño Mariano Bartolomeu basadas (libremente) en relatos de Hemingway y Kenzaburō Ōe, Hyènes (Djibril Diop Mambéty), transposición de una obra literaria suiza o Sarraounia (Med Hondo), la historia de la reina que resistió los avances expansionistas franceses.