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Cuando Tara presencia sexo en directo, se muestra visiblemente incómoda, aunque decide fingir que lo está pasando bien. Igualmente, después de la agresión que sufre, encuentra muchas dificultades en verbalizar lo que ha sucedido ante sus amigas. ¿De dónde cree que viene esta represión? La vergüenza es el factor fundamental. Si tuviéramos menos miedo de sentirnos vulnerables, las personas tendrían más fácil hablar sobre sus sentimientos. Tenemos tendencia a esconder cómo nos sentimos siempre que encontramos una disrupción con una idea preconcebida, que viene por nuestra educación, acerca de cómo deberíamos sentirnos.

Esa misma necesidad de iniciar una conversación parece el corazón de la película. ¿Con qué intención decide contar esta historia? Fui agredida sexualmente cuando tenía dieciséis años y nunca sentí un espacio seguro para iniciar una conversación. Cuando daba el paso y me atrevía a hablar de ello, no sentía que los demás tuvieran las herramientas, o el lenguaje, para abordar un conflicto de estas características. Mi intención con la película era indagar en las razones por las que iniciar esta conversación es tan complicado, y al mismo tiempo, explorar cómo las sobrevivientes a una agresión pueden incluso salir adelante sin esta ayuda.

Plantea la idea de consentimiento sexual como un concepto confuso, lleno de grises. Aunque el cuerpo de Tara claramente exprese que no quiere tener sexo y haya verbalizado su incomodidad varias veces, en la primera agresión de la playa, Paddy pregunta y Tara termina consintiendo verbalmente. Creo que el concepto de consentimiento se ha vuelto algo demasiado binario. Todo el mundo se obsesiona con el ‘sí’ o el ‘no’ verbal, pero también deberíamos prestar atención al lenguaje corporal y a cómo la otra persona se está sintiendo en una situación determinada. Las relaciones sexuales deberían tener más que ver con pasar un buen momento con el otro, involucrarse verdaderamente, relacionarse de una manera más profunda. Ahí encontramos el consentimiento, más que en preguntas binarias.

Otro personaje muy fuerte es Skye. Se puede intuir por sus comentarios que no ha tenido buenas experiencias sexuales en el pasado. Sin embargo, cada vez que puede, se dedica a minar a Tara. El final de la película tiene algo de esperanzador, pero, en las dos secuencias del aeropuerto, decide dejar a Skye fuera de cuadro en ese momento de sororidad. Skye es una persona que tiene sus propios problemas y vive presa de sus propias inseguridades.  Era muy importante para mí hacer una película que no dejara a los hombres fuera de la conversación, por eso queríamos mostrar que la presión social viene desde diferentes ángulos. También desde las mujeres.

En los hombres de la película adivinamos un pacto de silencio, aunque trabaje dos personajes claramente diferentes. Queríamos que se reconocieran en la película. Evidentemente, de primeras es muy complicado identificarse con un agresor como Paddy. El personaje de Badger, sin embargo, es cálido, divertido, puedes sentir que es una buena persona aunque no deje de fallar a Tara y nunca encuentre el lenguaje necesario para poder ayudarla. Ojalá todos cambiemos para poder encontrar esas palabras.

Decide filmar las agresiones sexuales a través del rostro de Tara y pequeños detalles que dan cuenta de su incomodidad, como su mano agarrando la tierra de la playa. ¿Cuál es la razón estética y política detrás de esta decisión? Durante mucho tiempo las agresiones sexuales en el cine se han filmado de una forma hipersexualizada y verdaderamente retraumatizadoras, incluso dedicándoles un tiempo de pantalla innecesariamente largo, muy violento. La realidad es que estas agresiones ultraviolentas también están ahí, pero la mayoría de las que suceden día a día no son de esa manera. También quise centrarme en el rostro de Tara para seguir su desarrollo emocional a lo largo de la escena, que me parece más importante que el acto en sí mismo.

A partir de la agresión, el tiempo de la película se transforma y deja de ser estrictamente cronológico. ¿Está relacionado con la desorientación de Tara? ¿Con el trauma? Efectivamente, en esa segunda parte de la película, Tara comienza a disociar y todo se vuelve borroso, fragmentado y desagradable para ella. La primera parte, sin embargo, es completamente lineal, feliz, con ese aura de vacaciones modo Disneyland en las que consigues alejarte unos días de tu familia.

Inmediatamente después de la agresión también perdemos por primera vez el punto de vista de Tara. Llama mucho la atención la secuencia de su desaparición porque cambia ligeramente el lenguaje visual y el tono de la película, dando paso a pequeños zooms. Hasta ese momento de ruptura, la cámara está completamente centrada en el rostro de Tara, en capturar sus emociones. Ante su desaparición, nos enfrentábamos a un dilema: ¿a quién seguimos ahora? No podíamos aferrarnos al punto de vista de nadie en particular, por lo que llegamos a la conclusión de hacer pequeños zooms hacia todos los personajes, pero sin llegar a detenernos en ninguno de ellos. Precisamente, el corte por montaje del rostro de Tara a este nuevo lenguaje, refuerza la sensación de ausencia.

A pesar de que los sucesos que narra la película son terribles, trabaja con unos colores sobresaturados y una mirada muy cercana a los personajes, casi protectora. Las localizaciones reales fueron fundamentales para construir la estética de la película. Lo que recordaba principalmente de mis vacaciones de adolescente era el contraste entre las luces neón de la noche y el brillo del sol en la mañana. Por otro lado, nuestro trabajo de cámara está basado en no mirar nunca desde arriba a los personajes, mantenerse siempre a la altura de su mirada para que el espectador se sienta uno más del grupo y nunca se atreva a juzgarles de ninguna manera.

La actriz protagonista, Mia McKenna-Bruce (Tara), tenía un papel muy complejo: expresar una constante negociación interior (hablar o callar, repudiar o celebrar el sexo). ¿Cómo desarrolló el trabajo con ella? Mia es una actriz fantástica. Intentamos no ensayar demasiado, pero sí tuvimos tiempo para poder experimentar en el rodaje. Le dimos mucha importancia a la biografía del personaje, a encontrar posibles experiencias pasadas que determinaran su forma de concebir la realidad. En los ensayos, entregué cámaras a las diferentes actrices para que se entrevistaran las unas a las otras y fueran conociéndose. Para mí también era fundamental que se sintieran cómodas con las palabras que usaban, siempre tuvieron libertad para cambiar las líneas del guion.

Yago de Torres

Entrevista realizada por videollamada,
Madrid-Londres, el 7 de febrero de 2024.