Sentido pedagógico.
Jesús Angulo.

Si, como ya hemos escrito aquí en anteriores ediciones, el gran mérito del Festival de Cine Español de Nantes es dar visibilidad a nuestro cine en Francia, su edición de este año ha dado un notable paso adelante. Aunque a algunos esto les pueda parecer baladí, la razón ha sido la presencia de Javier Bardem en la ciudad del Loira. El protagonista de Los lunes al sol, una de las diez películas elegidas por el actor para la retrospectiva programada por el festival, desplegó durante los tres días una actividad que a uno se le antoja extenuante. Presentó las seis películas que se proyectaban esos días, participó en los coloquios de dos de ellas, ofreció una rueda de prensa con la mayor asistencia de medios franceses de la historia del certamen y ofreció una multitudinaria masterclass, acompañado por el director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, en un teatro de la ópera que agotó sus entradas en unas horas. En todas sus apariciones fue recibido como una gran estrella y se metió al público en el bolsillo desde el primer momento. En la rueda de prensa y en su masterclass habló de la dificultad de hacer cine en España debido a la escasez de apoyos oficiales, mostrando su envidia por el apoyo del gobierno francés a su cine; se mostró contrario a los doblajes (“Es como si se doblase a Bob Dylan, poniéndole una voz por encima que la cante traducida”); desmitificó la carrera de actor e ironizó sobre aquellos que se sienten por encima de sus personajes; ratificó su compromiso político (pidió “que no tengan nuestro miedo”, en referencia al ascenso de la extrema derecha en Europa, incluida ahora España) y con el trabajo de Greenpeace, de la que es socio, contra el cambio climático. Llegó desde Cuba y, tras unos días en Madrid, partía hacia Jordania para iniciar el rodaje de la nueva versión de Dune, que prepara Denis Villeneuve.

Por Nantes han pasado en los últimos años muchos de los grandes cineastas españoles (de Carlos Saura a Álex de la Iglesia, pasando por los tres Trueba, Urbizu, Armendáriz, Isabel Coixet…), que siempre han mostrado su claro apoyo al festival. Algo que no ha ocurrido con el ICAA, por ejemplo, cuya ayuda nunca ha pasado de testimonial. Pero, claro, esto no es Francia. Sin embargo, más de treinta mil espectadores han llenado sus salas en la presente edición y, a lo largo de los años, han creado una cantera de cinéfilos que conocen el cine español mejor que un espectador medio de nuestro país.

El jurado presidido por la actriz María Barranco concedió el premio Julio Verne a la mejor película a Petra, de Jaime Rosales, sin duda una de las mejores del año. Yuli, de Icíar Bollain recibió el Premio del Público, mientras León Siminiani obtenía el de Mejor Documental por Apuntes para una película de atracos, y Viaje al cuarto de una madre, de Celia Rico, fue elegida la Mejor Ópera Prima. Por su parte Un cuento familiar, de José Corral, se llevó el premio al Mejor Corto y El silencio de otros, de Almudena Carracedo y Robert Bahar, el del Jurado Escolar, auténtico origen de la cantera de la que hablamos, porque hay que recordar que el festival nació por el empeño de la catedrática de Historia y Civilización Españolas Contemporáneas de la Universidad de Nantes Pilar Martínez-Vasseur como modo de acercamiento de sus alumnos a la realidad española.