Existen lugares liminales de la cultura que, en la sociedad del rendimiento y de los flujos permanentes, eran y son la cultura misma. La dimensión financiera del capitalismo, la velocidad absoluta –ajena a las preocupaciones humanas por lo moral y lo trascendente–, o la aspiración contradictoria de una vida infinita, han puesto de manifiesto una ‘metástasis’ que identifica en el presente los vestigios paradójicos de una llamada desde el futuro. Esta llamada se encuentra cada vez más en la ingente cantidad de personas que ya padecen enfermedades o que necesitarán eventualmente un servicio médico. En su tercer largometraje, Alexe Poukine analizará los mecanismos que tiene el actual sistema sanitario para sobreponerse a este futuro encaminado hacia la deshumanización global. A través de la aproximación a la técnica de la simulación médica, en la que se recrea un entorno sanitario en una suerte de juego escénico, el film pone de manifiesto las dificultades que tienen los profesionales a la hora de comunicar, interactuar e incluso interpretar las distintas emociones sufridas cuando tratan a un paciente. Esta puesta en escena teatral no le es ajena, puesto que ya la había evidenciado en su documental sobre violencia machista, Lo que no te mata (2019).

La acción toma lugar en un centro de formación y entrenamiento en Lausana, donde sanitarios y estudiantes interactúan con actores y compañeros en aras de desarrollar un sentido de la empatía que les permita desprenderse de determinados prejuicios y luchas internas de tipo moralista, a veces innatos en este sector. La manera en que se adentra la cámara en este torrente de emociones no es enjuiciadora o lapidaria; más bien es esclarecedora y crítica con la situación de unas instituciones cada vez más precarias que van perdiendo poco a poco el horizonte de los cuidados. Si bien la primera mitad se despliega como un dispositivo de adecuación y preparación profesional, la segunda indaga en las emociones del propio personal, lanzando una molesta pero pertinente pregunta: ¿Puede la amabilidad y empatía de estas personas sobrevivir en un entorno que abusa constantemente de ellos?

Felipe Gómez Pinto