Urbanismo y estilo de vida estadounidense
En Arquitectura popular mediterránea (1969), el arquitecto norteamericano Myron Goldfinger ofrecía un itinerario por una serie de pueblos, de Miconos a Mijas pasando por Djerba y Positano, que reivindicaba un modelo urbanístico y arquitectónico primitivo y propiamente mediterráneo para compensar la tendencia hegemónica instalada en medio mundo, la de las urbanizaciones estadounidenses. ‘Suburbia. La construcción del sueño norteamericano’ propone justamente un recorrido por los fundamentos urbanísticos y arquitectónicos de este estilo de vida dominante que ha nutrido buena parte de la cultura actual.
La exposición, comisariada por el también crítico de cine Philipp Engel, se estructura en orden cronológico a fin de profundizar en los factores históricos, económicos, sociales y culturales que explican el nacimiento, evolución, influencia y crisis de este patrón urbanístico, en un trayecto que va configurando el relato sobre la imbricación del modelo suburbial con las formas norteamericanas del capitalismo. Así, la exposición presenta a los primeros ‘suburnanitas’, que entroncaban con la filosofía de los pioneros en su voluntad de conquista y conversión en propiedad privada de un territorio no urbano; explica el papel de las grandes corporaciones, de Ford a General Electric pasando por la empresa del promotor William Levitt, en la expansión suburbial; y no olvida la importancia de los medios de comunicación a la hora de promocionar y establecer este imaginario.
Asimismo, descubrimos cómo surgen las primeras críticas al individualismo rampante y al conformismo que genera en sus habitantes respecto a las directrices capitalistas. Mientras, la exposición nos conduce al lado oscuro del barrio suburbial: a la discriminación racial, al proceso de redomesticación que sufren las mujeres después de la Segunda Guerra Mundial en ese escenario de ‘ensueño’ que es el hogar infestado de electrodomésticos de última gama y diseño impecable, a la obsesión por la seguridad y el rearme… ‘Suburbia’ también describe cómo un modelo urbanístico deviene en cierta medida un género en la literatura, la fotografía o el cine. Recopila los hitos literarios vinculados a los suburbios (John Cheever, John Updike, el pulp…), y muestra hasta qué punto la fotografía ha indagado en la vertiente más perturbadora de este supuesto sueño norteamericano.
En lo cinematográfico, ‘Suburbia’ arranca con ejemplos de cine doméstico que ilustran la vida en los suburbios, unos apuntes para una posible tesis sobre hasta qué punto la estética de las home movies se explica en relación a este estilo de vida, como anota en cierta manera la teórica Patricia R. Zimmerman en Reel Families. A Social History of Amateur Film cuando relaciona el boom de las películas familiares con la eclosión del do it yourself que también surge en este contexto. Al fin y al cabo, las home movies han contribuido tanto o más que Hollywood a fijar el imaginario suburbial, con el plus de ‘autenticidad’ que proporcionarían estos testimonios filmados ‘desde dentro’. La muestra se hace eco de cómo el cine reflejó la fiebre suburbial desde sus inicios, y se detiene en las primeras películas que plasmaron su lado oscuro, como el clásico del fantástico The Stepford Wives (Bryan Forbes, 1975). Tres monitores alineados permiten comparar la evolución histórica del género suburbial por excelencia, la sitcom televisiva, mientras en The Homogenics (2010), el videocreador Gerard Freixes pone en evidencia la clonación de tipos y hogares propiciados a partir de The Dick Van Dyke Show. Todd Solondz aparece como el principal ejemplo de cineasta contemporáneo que adopta los hijos extraños de ‘Suburbia’ y, aunque la exposición no incorpore títulos más evidentes, sí se recogen muestras intertexuales de su legado, como el videoensayo Home Stories (1990) de Matthias Müller o las fotografías de Gregory Crewdson. En In Order to Be Here (2002), Deborah Stratman incorpora el factor de la hipervigilancia en el retrato de la dimensión inquietante de lo suburbial. La exposición culmina con SuburbIA, una obra encargada expresamente a León Siminiani, sin duda el director que mejor ha integrado el pensamiento de lo urbano y lo topográfico en su obra. La pieza podría considerarse una especie de segunda temporada, en tiempos de la creación vía inteligencia artificial, de una de sus series más brillantes, Conceptos clave del mundo moderno, en su modo interactivo de incorporar la IA para explorar la confusión semántica que planea sobre toda la exposición: el choque entre la connotación de alto estatus que acarrea el suburb estadounidense y el poso de marginación que todavía contiene la palabra ‘suburbio’ en el imaginario europeo.
La salida de la exposición desemboca en el patio central del CCCB, una plaza interior de acceso abierto donde, ese domingo por la tarde, un grupo de mujeres de la comunidad filipina del barrio ensayaba una coreografía de baile. Esta función de espacio de uso libre y colectivo que ejerce de forma espontánea el patio resulta un buen ejemplo de coherencia entre el diseño arquitectónico de un centro de cultura urbano y las tesis que atraviesan la exposición.
Eulàlia Iglesias
‘Suburbia. La construcción del sueño americano’ estará en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, hasta el 8 de septiembre.