Eulàlia Iglesias.
Aunque Somos los Miller gira en torno a una operación de contrabando de marihuana por parte de unos profanos en el tráfico de droga a gran escala, la película no se inscribe en la tradición de la comedia ‘fumeta’ que tan gloriosos títulos ha aportado al cine norteamericano en los últimos años, de Dos colgaos muy fumaos a Superfumados (un bravo, ya de paso, a la sutilidad a la hora de adaptar los títulos originales). El nuevo largo de Rawson Marshall Thurber (Cuestión de pelotas, y seguimos para bingo…) se presenta más bien como un ensayo de comedia familiar que tantea sus propios límites humorísticos.
Jason Sudeikis, nombre emblemático del Saturday Night Live, encarna al improvisado patriarca de una familia disfuncional por naturaleza: el padre, la madre y la parejita de hijos se han unido por necesidad y no a causa de los lazos de sangre. Su objetivo común es ganarse unas perras que les saquen de sus respectivas y miserables vidas mientras sirven de tapadera para pasar droga de México a su país. El juego de las confusiones está servido: Thurber y sus cuatro (¡¿cuatro?!) guionistas explotan, a veces con una gracia indiscutible, los enredos y malentendidos que se producen. El hecho de que la ‘madre’ trabaje de stripper propicia unos cuantos chistes sexuales, en el fondo para casi todos los públicos. La película bordea el riesgo en algún momento para conformase al final con ser una comedia familiar casi tan convencional como cualquier otra.
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