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Carlos F. Heredero.

Llega el otoño y, con él, año tras año, las carteleras se llenan de cine español. Es casi una inflación: desde el blockbuster nacional por antonomasia (Ágora) hasta el más humilde de los documentales (Mónica del Raval), una nómina extensa y heterogénea de películas españolas, de todos los tamaños y de los más diversos modelos creativos, encuentra hueco en las pantallas entre septiembre y noviembre antes de que la “temporada alta” navideña vuelva a ser monopolizada, como sucede siempre, por el material de las majors.

Al mismo tiempo, los festivales españoles de ámbito generalista  multiplican su hospitalidad hacia el cine español (tres películas en la competición de San Sebastián, cuatro en la de Valladolid). Casi simultáneamente, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas proclama, finalmente, su película candidata para concurrir en Hollywood por el Oscar a la mejor producción de habla no inglesa (El baile de la Victoria, de Fernando Trueba) y poco después se produce el estreno mediático más esperado del año (la película de Amenábar), mientras que en el horizonte inmediato se anuncian los estrenos de las obras más personales galardonadas en el certamen donostiarra.

¿Cómo orientarse entre tanta abundancia sobrevenida? ¿Qué tipo de brújula nos puede ayudar a escudriñar con criterio entre tanta película? ¿Con qué herramientas podemos construir un discurso capaz de separar el grano de la paja, de valorar no sólo calidades y hallazgos, sino también el sentido del acontecimiento y la naturaleza de los diferentes modelos de producción? ¿Por dónde pasa el discurso autoral en estos momentos y por qué senderos caminan las obras más paradigmáticas de esa autoría…? Son preguntas que estamos obligados a plantearnos cuando nos enfrentamos a esa catarata de películas si no queremos limitarnos a acumular crítica sobre crítica una detrás de otra. Y de ahí se deduce la estructura particular de este número de CahiersEspaña, cuya lógica interna trata de dar respuesta a los anteriores interrogantes.

Por eso en el Gran Angular aparecen –a modo de apuestas propias, de selección exigente y, como tal, discutible– los autores y las obras que señalan, a nuestro entender, los caminos más productivos y novedosos, las aventuras creativas más estimulantes entre cuantas emergen en el paisaje de la actualidad: la conversación entre Isaki Lacuesta y Javier Rebollo (recientes triunfadores en San Sebastián) más los estrenos inmediatos de Marc Recha (Petit indi), Elisabet Cabeza y Esteve Riambau (Máscaras) y Alberto Rodríguez (After). Y por eso también hemos ubicado en el Cuaderno Crítico el resto de las numerosas películas españolas que se estrenan a lo largo de octubre, procurando dar a cada una de ellas un espacio proporcional a su significación en el ámbito industrial y mediático del momento sin perjuicio de la valoración crítica que nos merecen cada una de ellas. Surge así una radiografía que debe entenderse como una lectura transversal sobre la acumulativa y plural cartelera de cine español, con el objeto de trazar senderos que nos permitan orientarnos y no dejarnos llevar mansamente por la corriente.