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Cristina Moreno

Sueño de una noche de verano es la obra que el director argentino Matías Piñeiro ha escogido esta vez para representar la vida de las protagonistas de su último largometraje, Hermia & Helena. La estancia de Carmen (María Villar) como becaria en Nueva York concluye, y vuelve a Buenos Aires. Camila (Agustina Muñoz) pasa así a ocupar su lugar en la residencia de la ciudad neoyorquina gracias otra beca: su objetivo será traducir la obra de Shakespeare. Otra indagación más sobre los textos del dramaturgo (ya lo hizo en Rosalinda, Viola y la La princesa de Francia) que no trata de ser una adaptación, sino un punto de partida para contar su historia. En este caso, la diferencia la pone el tránsito entre las ciudades.

Una narración que se centra en las idas y venidas de Camila utilizando el libro como mera materia argumental. Piñeiro nos transporta en el tiempo y en el espacio a través de flashbacks en los que viajamos entre su vida en Buenos Aires meses antes y la actual en Nueva York. Intercala idiomas (inglés y español), hace uso de distintos actos de la obra shakespeariana para superponer el texto a la imagen y añade diálogos en off en un pasaje que parece salido de una representación teatral del sueño de la joven. Abundan los planos detalle de objetos que cobran importancia y sentido a medida que avanza el metraje: los guantes que le regaló su novio (ambos olvidados en Argentina), las postales (pruebas de una relación que desconocemos a priori) y el fuego (el poder del olvido).

El film transcurre sin sobresaltos, con naturalismo, dejando caer los grandes secretos del personaje principal en pequeñas dosis a su paso por ambas ciudades. Relaciones y enredos amorosos, amistad y un padre ausente al que nunca conoció difieren de la experiencia que tuvo su amiga Carmen, a la que el viaje no le cambió en nada la vida. En palabras de William Shakespeare: “Helena: ¡Cuánto más felices logran ser unos que otros!”