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En principio, por el escenario social que retrata, por el paisaje humano que habita sus fotogramas y por los temas a los que se acerca, la nueva película del portugués Marco Martins podría haber sido un típico ‘Ken Loach’: la explotación de los emigrantes lusos en las plantas avícolas de procesado de la carne de pavo en una ciudad obrera de Inglaterra (Great Yarmouth, Norfolk) tres meses antes del Brexit, sus condiciones laborales, el chantaje al que son sometidos (un duro puesto de trabajo rechazado por los ingleses a cambio de una habitación cochambrosa y compartida que tienen que pagar), el secuestro de su pasaporte por los intermediarios que viven del negocio, etc. Pero no hay caso: estamos en las antípodas estéticas, narrativas y dramáticas del cine de Loach.

Entramos en el corazón de la ciudad y de su alrededores como si estuviéramos en los escenarios propios del cine fantástico, adentrándonos en encrucijadas fantasmales, luces amenazantes, habitaciones herrumbrosas y garitos de mala muerte. Nos acercamos al interior de la planta avícola como si nos paseáramos por un enclave de ciencia-ficción en el que las máquinas parecerían dispuestas para triturar no solo carne de pavo, sino también de seres humanos (en el fondo, es lo que hacen, metafóricamente hablando). Y seguimos a Tania, protagonista central del relato, como si acompañáramos a un criatura dramáticamente escindida entre sus orígenes y sus servidumbres sociales (de un lado) y el rol que juega para poder sobrevivir como intermediaria de un negocio siniestro (en el otro). Personaje trágico interpretado con desgarro y contención a la vez por una soberbia Beatriz Batarda (primera gran candidata al premio de interpretación), su mirada, sus contradicciones, su fragilidad interior, su ternura y su dureza simultáneas, encienden la pantalla con unos destellos de verdad que deben contarse entre lo más notable y genuino de todo lo que se ha visto hasta ahora en la Sección Oficial. Será necesario volver con mucha más calma, en el momento de su estreno, sobre una obra visualmente muy poderosa, que pivota en buena parte sobre una sofisticada elaboración casi expresionista del sonido y muy original en toda su propuesta. Un feliz hallazgo.

Carlos F. Heredero