El cine invisible siempre llama dos veces
Enrique Garcelán
Hace ahora un año, Granada quedó privada de una de sus muestras cinematográficas más emblemáticas. El Festival de Granada Cines del Sur dejaba en el aire su décima edición, tras la decisión de la Junta de Andalucía de “redefinir un festival que no contaba con la participación ciudadana“. Tras un año de incertidumbre, la ex-consejera de Cultura de la Junta Rosa Aguilar presentaba el 28 de Marzo de 2017 la que iba a convertirse en la X edición del Festival.
El domingo 4 de junio, el palacio de Carlos V en la Alhambra era testigo del renacimiento de Cines del Sur. La película iraní Being Born, dirigida por Mohsen Abdolvahab (del que se ha estrenado en España Gilaneh), sería la encargada de inaugurar el festival. Revestido de una estructura narrativa simple, Being Born reflexiona sobre el (sorprendente) deseo de maternidad de una mujer cuando menos posible parece por las condiciones que la rodean. El realismo y la humanidad que desprenden los personajes fueron merecedores del Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Vesoul. La cinta, presentada en Granada por su director y productor, finalizó con una sonora ovación del público. Para la clausura, Cines del Sur se guardó una de las joyas de la programación, la ópera prima del actor Fernán Mirás El peso de la ley, una mirada a medio camino entre el cinismo, el thriller y el drama costumbrista al estamento judicial argentino, donde la realidad muchas veces supera a la ficción.
Una Sección Oficial que ha mantenido un equilibrio entre nuevos directores (el argentino Mirás, el venezolano Jorge Thielen Armand o la iraquí Soleen Yusef), y figuras más consagradas del panorama internacional (como la japonesa Miwa Nishikawa, el chino-coreano Zhang Lu, o el cineasta malayo Teong Hin Saw), al tiempo que mostraba una preferencia por los títulos asiáticos (la mitad de la programación procedía de Corea del Sur, Japón, Taiwán, Malasia, e India). Un dominio que se traduciría en el palmarés, copado por tres filmes procedentes de Asia en los principales galardones.
La Alhambra de Oro a la Mejor Película recaería sobre la película taiwanesa The Last Painting, dirigida por Chen Hung-i (director que estuvo presente también en Granada, y que previamente había competido en el Festival de Cine de Rotterdam). La película, que puede compararse a las primeras producciones del coreano Kim Ki-duk, es una peripecia criminal en la que nada es lo que parece, y cuyo punto de partida es el descubrimiento de un terrible asesinato en el apartamento de un pintor coincidiendo con el día de las elecciones presidenciales en Taiwán. Un premio que contó con la unanimidad de un jurado heterogéneo que valoró las referencias pictóricas, políticas y de lenguaje, manejadas con soltura y originalidad por el director, licenciado en Filosofía.
La Alhambra de Plata (concedida al Mejor Largometraje Árabe), fue a parar al documental libanés A Maid for Each, dirigido por Maher Abi Samra. El film, de apenas sesenta minutos de duración, ofrece un retrato de la situación en la que se encuentran las trabajadoras domésticas en el Líbano, siguiendo la actividad de una de las agencias de contratación que opera en el mercado. Uno sale de la sala convencido de que algo que intuía es cierto: la esclavitud sigue vigente en nuestra sociedad en pleno siglo XXI.
Para Corea del Sur iría a parar el Premio Especial del Jurado o Alhambra de Bronce, en concreto para el realizador chino-coreano Zhang Lu, y su maravillosa A Quiet Dream. Zhang Lu sabe como nadie contarnos la historia de tres perdedores (tres parias del sistema: un desertor norcoreano, un enamoradizo epiléptico y un exgánster de buen corazón). A través de las conversaciones y situaciones que les suceden a los protagonistas y con un humor casi rozando lo absurdo y surrealista, A Quiet Dream hace una radiografía de los males que asolan a la sociedad coreana.
Los asistentes a alguno de los dos pases de Lipstick Under my Burkha en la sala García Lorca (dos sesiones en los que se colgó el cartel de ‘no hay entradas’) imaginamos que la película no se marcharía de Granada sin algún premio. El segundo pase, en concreto, finalizó con el público puesto en pie, aplaudiendo a la directora india Alankrita Shrivastava. Una ovación que duró más de dos minutos. El mismo aplauso que se escuchó en la rueda de prensa del palmarés, al anunciar el Premio del Público. Lipstick Under my Burkha es una película valiente, necesaria, y de enorme calado popular. En India se estrena este mes de julio, después de haber pasado por el Comité Censor, que veía en las historias de cuatro mujeres, con edades comprendidas entre los dieciocho y los 55 años, un film “que hablaba demasiado de la mujer”. La película muestra un microcosmos femenino, en la ciudad de Bhopal, en el que se ofrece una sutil al tiempo que clarísima denuncia de la situación de postergación en que viven hoy las mujeres en uno de los países más poblados del mundo.
De la Sección Oficial, destacar también el retrato que la japonesa Miwa Nishikawa (antigua alumna de Hirokazu Kore-eda), hace del duelo y de la redención en The Long Excuse, mostrando una gran habilidad a la hora de acercarnos el día a día familiar que tan bien saben plasmar los realizadores nipones. Un costumbrismo del que también hace gala You Mean the World to Me, del malayo Teong Hin Saw, en una cinta en la que un director que regresa a su ciudad natal deberá afrontar un pasado que le persigue desde niño.
Pero el Festival de Granada no está sólo contenido en la Sección Oficial. Este año se han podido ver más de sesenta producciones divididas entre la Sección Itinerarios (proyecciones al aire libre que contaron con una asistencia de más de quinientas personas por pase), Docs & Music, Transcine, Centroamérica siglo XXI, Aula Sur, o la recién estrenada Andaluces y el Sur. Imposible quedarse con una sola imagen del conjunto, pero si tuviéramos que decantarnos por tres, estas serían: disfrutar de la Alhambra iluminada en una noche de luna llena mientras vemos el documental Sonita en el Palacio de los Córdova (Sección Docs & Music), la proyección del documental dirigido por el panameño Héctor Herrera One dollar, el precio de una vida en una sala que protagonizó uno de los cinefórums más animados del Festival (Centroamérica siglo XXI), o la multitudinaria sesión al aire libre en la plaza de las Pasiegas, frente a la catedral granadina, de la película de Bollywood Dil Dhadakne Do, en la que poco faltó para que el público se levantara a bailar con los protagonistas de la película (Sección Itinerarios).
El Festival de Granada Cines del Sur 2017 ha sabido reformularse sin perder de vista su esencia, devolviendo a Granada su papel como eje multicultural. Durante nueve días de proyecciones, mesas redondas, encuentros con directores, cinefórums, Granada ha vuelto a dar luz a un cine ausente en nuestras pantallas comerciales. Sí, parece que el cine invisible que se proyecta en Granada, como el cartero de la película de Bob Rafelson, siempre llama dos veces. Esperamos que no se canse de llamar a nuestra puerta.
Enrique Garcelán (CineAsia)
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