El título de la última película de Santiago Loza, producida por Gonzalo García-Pelayo, podría ser también el de un cuadro o un poema. De hecho, su punto de partida son algunos versos de Roberta Iannamico que no solo oímos y vemos leídos ante la cámara por algunas de las actrices, sino que además podrían estar en la base argumental del film. Pero un momento… ¿argumental? ¿Se puede llamar así a lo que recorre una película basada en encuentros, conversaciones y paisajes? Amigas en un camino de campo se sitúa en Villa Ventana, la pequeña localidad de la Pampa argentina donde vive Iannamico, pero también dos amigas que acaban de perder a una tercera y se refugian en una relación afectuosa no exenta de tensiones: el recuerdo de la muerta, la aparición de la malhumorada hija de una de ellas y –sorpresa– la caída de un meteorito en tan idílico contexto, entre otras cosas, desencadenan así una serie de conversaciones y paseos que acaban contando muchas más historias de lo que pudiera parecer…
Y sin embargo tampoco se trata de eso. Loza aborda este material con distancia ejemplar, haciendo que sus actrices opten por un estilo declamatorio, y en ocasiones impasible, que aleja a la película del realismo y la acerca a una abstracción deliberada, a una falsa cotidianeidad que poco a poco se convierte en metáfora de algo más, quizá un mundo que se acaba o quizá la vida misma, que siempre va más allá, como demuestran los conmovedores poemas de Iannamico. En ocasiones, parece que la película transita caminos demasiado solemnes, a pesar de su ejemplar simplicidad, y que quiere hablar, nada más y nada menos, que del sentido mismo de la existencia, cosa que –como saben– está muy lejos del alcance del cine, seguramente por fortuna. Otras veces, sin embargo, la mayoría, Amigas en un camino de campo hace pensar en el Robert Walser de El paseo trasladado a la Pampa y convertido en un Chéjov pequeñito, todo ello en el interior de un envoltorio desconcertante, insólito: si algo hay que agradecer al film de Loza, como tantas veces en su filmografía, es que se niega a dejarse clasificar y encasillar, serpentea por los mismos caminos que sus actrices sin darnos tiempo para atraparlo ni atraparlas.
Carlos Losilla